Últimamente he tenido que pensar mucho en mis tiempos de adolescencia, en los tiempos en los que sentía que nadie me entendía y que las hormonas hacían de mi lo que querían, recuerda ese tiempo?.

Recuerdo bien que ante las decenas de problemas que tenía y como sentía que fueran cientos, había días en los que simplemente hubiera querido desaparecer, o huir, si, recuerdo bien que en muchas ocasiones pasó por mi mente la intención de simplemente huir y empezar una vida de nuevo en algún lugar donde nadie me conociera y donde todo fuera simplemente nuevo, no puedo asegurar que todos hayamos pasado por esa etapa, pero se que muchos si lo han hecho, ya que es una plática común.

La verdad es que pocos se atreven a intentarlo, no tanto a desaparecer por completo, pero si a buscar irse un tiempo de su entorno, hacen el famoso intento de «irse de su casa» y tratan de empezar de nuevo, pero la gran mayoría guarda esa intención dentro de si y queda como simplemente eso, como una intención provocada por un impulso momentáneo.

Esa necesidad de hacer algo y de renovarse, no es solo una condición hormonal, es algo que por lo general viene desde adentro de nosotros y cuando lo pensamos, a veces aun esos deseos siguen vigentes dentro de nosotros, pero tal vez porque no decidimos cambiarlos la primera vez, las siguientes tampoco lo haremos.

El porque tenemos estos deseos de desaparecer, de comenzar de nuevo, tienen que ver con las cosas que hay en nuestra vida que no podemos controlar, las cosas que tenemos la plena conciencia de que seguirán ahí toda la vida, pero no las queremos, y que a su vez no podemos evitar, es una necesidad de nuestra alma el poder quitar las consecuencias de nuestros actos y del medio que hemos provocado para poder actuar libremente.

Si quisiéramos ejemplificar esta situación es muy sencilla, es algo que sucede igual en nuestras computadoras, el uso de las mismas va creando ciertos archivos que se almacenan en la memoria, el uso del Internet va dejando las famosas «cookies» que son archivos que envían información hacia afuera de lo que hacemos dentro de nuestra computadora (no solo es eso en específico, pero es la parte que nos interesa en este ejemplo), y llena nuestra memoria de archivos temporales (lo cual me llama la atención, se llaman temporales, pero si no los limpiamos, serán permanentes, aunque se llamen temporales), de manera que si periódicamente no limpiamos las carpetas del «cache», de las «cookies» y los «archivos temporales», nuestra computadora se hará lenta y menguará su desempeño ante la cantidad de información almacenada que tiene, si lo pudiera expresar en palabras, nuestra computadora querría salir corriendo también!!.

Aunque es solo una comparación, funcionamos de la misma manera, estamos llenos de «archivos temporales» que nunca hemos limpiado, y se van haciendo permanentes, dentro de los mas dañinos se encuentran las culpas y los remordimientos, y tenemos que limpiarlos y sacarlos de nosotros para que podamos seguir adelante a buen ritmo.

Imagine a Jesús que antes de morir en la cruz se cargó de todos esos archivos temporales de nuestro pecado (el pecado de toda la humanidad), de los que ya cometimos y aun de los que habremos de cometer, incluso nuestras enfermedades y muchas otras cosas, lo que hizo fue morir para que nosotros no lo tuviéramos que hacer y fue y depositó todo nuestro pecado en el fondo del seol, de manera que permaneciera ahí y con ello nos de la garantía de que podemos por medio de El ser limpiados cada vez que lo necesitemos (diario sería lo mas recomendable).

Jesús nos puso el ejemplo de como podemos ser hechos nuevos y limpios cada día y como aun esas cosas que parecieran naturales de nuestra adolescencia y que es en realidad la etapa donde dejamos de ser inocentes en muchos aspectos de nuestra vida y que nuestra alma requiere de una primer limpiada en serio y necesitamos ser confrontados con nuestro pecado por pequeño y sencillo que parezca, para que hagamos de esa limpieza una rutina constante en presencia del Padre, libre de «archivos temporales» y que nos permita avanzar hacia nuestro verdadero objetivo que es la vida eterna.

Si por alguna razón usted nunca ha entregado su vida a Jesús y no dimensiona como es que Dios puede hacer una diferencia en su vida, éste es el mejor momento para hacerlo, es tan sencillo como hacer una pequeña oración en la que se declare hijo de Dios y permita que El sea su Señor y Salvador, aprenda que aunque Jesús a pesar de haber muerto y resucitado por todos nosotros, solo puede hacer efecto en nuestras vidas en el momento que le reconocemos en nuestro corazón y nazcamos de nuevo (espiritualmente) y seamos hechos hijos por adopción.

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *