Es muy cierto que el amor es llamado el lenguaje universal y esto, porque precisamente, todos tenemos la necesidad de expresarlo, otorgarlo y recibirlo, todos lo entendemos, y lo sentimos de la misma manera, ya que todos fuimos constituidos de la misma manera, es decir, cuando nos enamoramos, todos tenemos las misma y famosa sensación de las «mariposas en el estomago» y todos somos conmovidos por las situaciones de las personas que hemos permitido nos crezcan cercanas y empezamos a amar.

El hecho de que todos entendamos el hecho del amor de la misma manera, lamentablemente no significa que todos amemos de la misma manera, ya que lejos de practicar el amor mismo y puro como lo es, practicamos nuestras «propias versiones» o como diría Frank Sinatra «a mi manera» y no por el hecho de que lo sintamos distinto, sino porque nos es mas cómodo y tenemos diferentes versiones del amor, aun para aquellos que no amamos realmente.

Una de las personas que es objeto de «amor a mi manera» mas frecuentemente es Dios, todos decimos amarle, todos decimos que es parte fundamental de nuestras vidas, solo cada uno lo hacemos como nosotros lo sentimos mas cómodo o de alguna manera que «no se vea religiosa», pero lamentablemente, a la persona que menos involucramos en nuestro proceso de «amar a Dios» es a Dios mismo.

El amar como lo he mencionado en muchas ocasiones previas en éste espacio, es una decisión, es decir, no es un sentimiento, no es un impulso, no es algo tierno, es simple y llanamente una decisión y cuando hablamos del amor mas puro y mas sincero, se expresa de una sola manera, que no tiene que ver con las flores, los regalos o el anillo mas costoso, sino simplemente se expresa escuchando.

Cuando escuchamos a la persona objeto de nuestro amor y le hacemos sentir que sus palabras son tan importantes como para cambiar el rumbo de nuestras vidas y cuando nuestros actos hacia esa persona cambian y logran una paralelidad con las palabras salidas de su boca, es entonces cuando logramos hacer el famoso acto de hacer el amor, es decir, estamos usando nuestra voluntad para cometer los actos expresados por la persona objeto de nuestro amor, es decir, el amor no tiene que ver con nosotros , sino con aquella persona a la que decimos amar.

Por tanto, muchas personas aseguran amar a Dios, pero nunca le han escuchado, entonces como es que le pueden amar?, y no es mi intención el cuestionar su amor hacia Dios o su fe en general, sino hacer una pequeña relación de algo que estoy seguro que en cuanto ponga en práctica, cambiará radicalmente el rumbo de su vida.

Hace un par de días sucedió el famoso día del amor y la amistad, en la que la mercadotecnia se apoderó de los corazones de millones de personas que lamentablemente no expresaron amor, sino la manera en la que les hubiera gustado ser amadas, es decir, fue un reciproco hablar sin escuchar, y obvio no puedo decir que todos, pero si la gran mayoría.

Por tal, esta mañana le quiero invitar a algo en especial, le quiero invitar a hacer un alto en su caminar por el amor, ya sea con la persona que pasará el resto de su vida o simplemente su amigo o amiga, si dice amarlos, solo hágalo adecuadamente, escúchelos, y actúe conforme a sus palabras, haga aquellos sacrificios que esperan de usted, que la mayoría de las veces tienen que ver con cosas sencillas y de poco o nula inversión económica, sino con la decisión de doblegar nuestra voluntad y nuestro deseo por el de esa persona amada y a su vez le quiero invitar a que aprenda a amar a Dios, como Dios necesita ser amado, deje de ir a su presencia y hablar como «merolico» con la falsa intención de «parecer espiritual» y pase un tiempo en silencio delante de El, y verá como en poco empezará a escuchar su voz y notará como es que Dios se siente amado por usted y derramará con mayor intensidad su favor hacia su vida (la de usted).

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