Romanos 15:5-6 (Nueva Versión Internacional)
Que el Dios que infunde aliento y perseverancia les conceda vivir juntos en armonía, conforme al ejemplo de Cristo Jesús, para que con un solo corazón y a una sola voz glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Esta mañana al leer la cita de el día de hoy no pude evitar recordar el trágico momento en que Haití fue devastado por el desastre natural mas tremendo de los últimos siglos tengo entendido, recordé como con gran impacto veía las imágenes en la televisión y mi asombro se hacia cada vez mayor y no podía mas que orar por las personas que estaban en esa situación de desventura.

Una de las cosas que también recordé fue como el mundo entero se volcó a ayudar a las personas de Haití, la ayuda humanitaria fluyo como creo que nunca lo había hecho antes, los correos electrónicos inundaban las bandejas exhortando a enviar ayuda, las redes sociales como Facebook estaban repletas de mensajes que se compadecían y apoyaban a los que llamaban «nuestros hermanos en Haití».

Cuando repetí en mi mente la frase «nuestros Hermanos en Haití», tuve que hacer un alto, tuve que realmente meditar sobre ello, ya que es algo que no terminaba de entender y no terminaba de digerir, porque los llamaban «nuestros hermanos en Haití»?, y lo menciono de esta manera, ya que a pesar de que ore a Dios por misericordia, consuelo y ayuda para estas personas y obviamente y dentro de mis posibilidades envié ayuda para ellos, nunca pude llamarlos «mis hermanos», y no porque no lo sean, sino por lo siguiente:

En nuestra vida diaria nos encontramos con cientos o miles de personas, algunas que veremos el resto de nuestras vidas y otras que jamás volveremos a ver, habrá personas que nos caerán bien y otros que simplemente no nos caerán bien y con quienes tendremos dificultad para hacer «química», entonces mi pregunta es: solo a las personas que nos caigan bien les podremos llamar «nuestros hermanos’?, o también esas personas con las que no hacemos «química» lo son?, que hay de aquellos con los que tuvimos un problema, o que nos han herido?, a esos los podemos llamar «nuestros hermanos»?.

Estoy seguro que ha de pensar dentro de si, algo similar a lo que yo pensé o sentí «si son mis hermanos pero ahora mismo no se que es lo que siento al respecto de ellos», la verdad es que tan hermanos son unos como los otros, pero el trato que les damos es lo importante, es decir, no podemos simplemente a la ligera llamar a alguien nuestro hermano si no estamos dispuestos a amarle como tal, si no estamos dispuestos a dar la vida por esa persona, si no es que su dolor nos duele tanto como si nos hubiese sucedido algo a nosotros mismos.

Por ello le comento que a mi me fue difícil decir desde el fondo de mi corazón «nuestros hermanos en Haití», no porque no los sienta, sino porque me di cuenta que hay muchos que me son cercanos, por quienes alguna vez sentí esa cercanía y que me trataron o que trate como verdadero hermano y el día de hoy ya no es así, y porque hay personas que están en mi vida diaria con la cual me he escudado tras el argumento de no tener «química» con ellos y que nunca les he tratado como debería y donde tengo que hacer un esfuerzo para tratarlos como hermanos.

A veces es fácil llamar hermanos a personas en desventura y ayudarlos, la pregunta es si fue solo la emoción del momento o si realmente salio del fondo de nuestro corazón?, el día de hoy ya no veo noticias sobre Haití, ya no veo posts en Facebook sobre envío de ayuda hacia aquel país, creo que he dejado de oír y leer de personas que oren por aquel lugar, que es lo que paso?, se nos olvidaron nuestros hermanos?.

La cita de hoy nos recuerda algo importante, aunque es parte de nuestra obligación como hijos de Dios y sus representantes en esta tierra el ayudar, el orar y el interceder por personas en desventura como las personas en Haití, tenemos primero la obligación de ser imitadores de Cristo y ser capaces de dar la vida por todas las personas que nos fueron puestas cerca y amarles como nuestros hermanos, por medio de lo que Dios pone en nosotros y no en nuestras fuerzas para que ello no sea pasajero.

Mi invitación el día de hoy es para que reflexione acerca de sus palabras, tenga mesura en ellas y no haga declaraciones que no pueda cumplir después, y mas que eso, reflexione acerca de esas personas a las que no ha sabido, no ha podido o no ha querido tratar como sus hermanos y no ha podido vivir en armonía, y pida a Dios que le de ese aliento y perseverancia para hacerlo y hacer como dice la cita de hoy glorificar juntos al Dios y Padre de nuestro Senior Jesucristo.

Rene Giesemann
giesemann@gmail.com
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