Santiago 3:17-18 (Reina-Valera 1960)
Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.

Anoche platicaba con una muy querida amiga acerca de su trabajo y la situación en la que se encuentra y me contaba como es que las cosas parecen ir en su contra todos los días, por mas que se esforzaba por hacer lo correcto, todo iba mal, mas que otra cosa su relación con ciertas personas de ese lugar, incluso llego un momento en el que considero presentar su renuncia y buscar otro trabajo.

La situación de mi amiga no es un caso aislado, creo mas bien que es algo muy común, los problemas en los trabajos, las situaciones incomodas en las relaciones personales, los malos entendidos, las envidias y las personas que pareciera que simplemente se empeñan en ser una piedra en nuestro zapato, estoy seguro que sabe perfectamente a lo que me refiero.

Normalmente los que las personas hacemos cuando nos encontramos en una situación como esta es orar, pero por lo general elevamos una petición a Dios diciéndole cosas como «Dios ayúdame a salir de esto», o «Dios cambia a esta persona» o en el caso mas extremo «Dios aléjalo de mi para que no me dañe», coincide conmigo?, pero muchas veces no nos damos cuenta que no solo esas personas son el problema, muchas veces esta en nosotros ya que tenemos un concepto equivocado de lo que queremos o de lo que pedimos a Dios por el simple y sencillo hecho de que no lo entendemos.

En varias ocasiones en este espacio he señalado la diferencia entre la paz y la tranquilidad, la tranquilidad tiene que ver con nuestro entorno, cuando vivimos en un ambiente libre de problemas y de inconvenientes, podemos estar tranquilos, pero cuando vivimos en un ambiente lleno de obstáculos, adversidades y retos y pasamos en medio de ellos y no solo los sobrevivimos, sino también transformamos ese entorno con nuestra actitud calmada y sabia (por medio de la presencia de Dios en nuestra vida), es entonces que podemos decir que tenemos paz, es decir, la paz esta en nosotros y no en nuestro alrededor, tiene que ver con Dios actuando en nosotros y no Dios actuando en nuestro entorno.

Por que habría de ser así?, es sencillo, en el mundo hay un dicho que reza «lo que no te mata te fortalece», y es completamente cierto, así como todos los días crecemos y maduramos en lo físico, en lo intelectual y en lo moral, también tenemos que crecer en lo espiritual, uno de los aspectos de la vida espiritual mas notorios es la sabiduría, cuando aprendemos a actuar con sabiduría considerando a los demás como individuos y como personas que tienen una vida compleja igual que la de nosotros, pero lejos de solo caminar con ellos o a un lado de ellos tenemos la oportunidad de aportar algo a sus vidas, aun si intención de hacerlo, cuando tenemos actitudes que responden a las preguntas no expresadas en voz alta por los demás y cuando somos así como dice la palabra un reflejo del rostro de Dios para otros, nos damos cuenta que pasar por situaciones adversas no nos mato, sino nos hizo mas fuertes de espíritu.

La cita de hoy me emociona (ya se, digo esto de muchas citas, pero es cierto), ya que encierra 2 elementos interesantísimos, nos enseña primeramente que para ser sabios debemos de ser libres de hipocresía, es decir aun con las personas que pretenden robar nuestra paz y hacernos la vida de cuadritos (como decimos en México), tenemos que cambiar nuestra actitud de tolerarlas a tener una verdadera intención de convivir con ellas y la segunda y mas importante, dice que la justicia se siembra en paz, para aquellos que hacen la paz, por lo que ponga mucha atención!, para tener paz, primero tenemos que tener la intención de que esta suceda y tenemos que hacerla y aun cuando somos atacados o cuando somos provocados por otros, tenemos que ser nosotros los que hagamos paz y no hay manera de simplemente tener la buena actitud para hacerla, sino es ahí donde interviene Dios y nos da esa paz, la pone dentro de nosotros para que salga como un fruto que es agradable a la vista de los demás, que por consecuencia traerá justicia a nuestras vidas de manera que no solo seremos transformando nuestra situación interior, sino por consecuencia la exterior también será afectada.

Mi invitación en esta mañana es a que cambie su manera de enfrentar sus problemas, dese cuenta que sin haberlo querido hacer se ha convertido en una victima de las circunstancias, pero que puede cambiar eso, solo tiene que entender lo que es la paz y de donde proviene de manera que sea usted un generador de paz, con hambre de nuevos retos, dejando la tranquilidad para aquellos que tienen miedo del efecto de Dios en sus vidas, como ve?.

Rene Giesemann
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