Mateo 25:16 (Reina-Valera 1960)
Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.

Ayer por la mañana tuve la oportunidad de ir a la iglesia aquí en Puerto Vallarta donde me encuentro, y salí con un a sola cosa de ahí, una gran respuesta!, que aunque parece compleja es muy sencilla!.

Continuamente me toca conocer a personas que dicen pedir cosas a Dios y sienten que este no les escucha, o bien que no les responde, muchas veces he tratado de ayudar a estas personas a llegar al proceso de callar en su oración de manera que puedan escuchar la voz de Dios con respecto a su oración, pero hoy me di cuenta que es mucho mas sencillo que eso! (obvio, también es esencial que llegue a escuchar la voz de Dios en todo lo que hace), solo que a veces no lo notamos.

Dios es un Dios que nos ama, que espera y quiere lo mejor para nosotros, y eso no siempre tiene que ver con lo que queremos, El conoce nuestra verdadera necesidad, y por mientras permanezcamos pegados a El, todo aquello que necesitemos y muy probablemente lo que queramos nos será suplido, la pregunta del millón es: que es lo que haremos con aquello que pedimos y decimos necesitar?.

Siempre he tenido el concepto (entienda que es mi opinión personal) de que Dios nunca le va a dar la lotería a nadie, ya que en todos los casos, nos olvidaríamos de El y lo que El espera es que todo lo que viene de El para con nosotros, regrese a El y alcance a otros.

Esta mañana le invito a leer la cita del día de hoy, hubo un siervo al que le fueron dados 5 talentos, y en la ausencia del amo, multiplico esos talentos y se los regreso multiplicados ya que su naturaleza de siervo le llevo a cuidar y fructificar lo que se le dio, ya que siempre supo que el amo regresaría por lo que era de El.

Nosotros sabemos que Dios es el dueño del oro y de la plata, por ende también nuestra economía depende de El, si El suple nuestra economía es para que la multipliquemos y la hagamos prosperar, siempre con la consecuencia de que algún día regresara a pedirnos cuenta de lo que nos dio y que como el siervo de esta lectura, hayamos hecho, multiplicarlo y fructificarlo  para engrandecer el amor, la paciencia y la misericordia del Padre.

Por tanto y en resumen, muchas veces Dios no nos da aquello que pedimos porque ve en nuestros corazones la incapacidad de cuidar aquello que no es nuestro y nos es dado por El, ya sea finanzas, salud, o cualquier otra cosa en la que pueda usted pensar, muy probablemente ve en nosotros el hecho de que lo malgastaremos y desperdiciaremos o simplemente que lo utilizaremos para nuestro deleite y nos olvidaremos de aquel que lo suplió, por tal, es difícil que lo recibamos, pero, si cambiamos nuestro corazón y así como el siervo de la parábola, lo invertimos adecuadamente y lo multiplicamos para regresarlo a El, le aseguro que solo es cuestión de que lo mencione y el favor de lo alto le será dado en ese instante.

Rene Giesemann
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