Marcos 12:30-31 (Reina-Valera 1960)
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

Vengo para variar volando, esta vez de regreso a casa y con muchas cosas por hacer, pero no pude esperar hasta esta noche o hasta mañana para escribir estas líneas, ya que recibí un correo que me inquieto grandemente, no por el correo en si, sino porque trata de una situación que se hace mas repetitiva cada día en nuestras vidas, es atemorizante ver como sucede cada día mas.

Recuerdo hace algunos años cuando empezaba a trabajar en el medio de la hotelería, trabajaba con un buen amigo que tengo el honor de que lea estas líneas con frecuencia y jamás olvidare el día de su cumpleaños, ya que recibió una gran canasta de frutas como regalo, en su momento lo vi y lo pensaba inaudito!, como un hombre recibiendo un canasto de frutas de una mujer, por el otro lado me daba gusto por el, pero a la vez recuerdo su cara de cierta incomodidad, poco tiempo después me todo a mi recibir mi primer arreglo floral en mi cumpleaños por parte de una mujer y entendí la cara de mi amigo en aquella ocasión, es algo de lo mas incomodo que existe, ya que aunque se hace con la mejor intención (el regalo), es algo que no va con la personalidad de un hombre, por lo que con el paso del tiempo me puse a preguntar a las mujeres (obvio no a las que me mandaron flores, globos o regalos a mi) que envían regalos el porque lo hacen y luego lo compare con la Biblia.

El resultado de mi investigación (a veces pienso que debí documentarla!) y de mis muchos momentos de oración al respecto me llevaron a una conclusión que desafortunadamente va contraria a las enseñanzas de la palabra de Dios y le voy a platicar.

La cita de hoy nos habla de que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra mente, es decir, nos tenemos que esforzar por amar a Dios y no podemos simplemente amarle a «nuestra manera»,  ya que iría en contra de la palabra, eso quiere decir que si nos atrevemos a decir que amamos a Dios, amamos también a su palabra y que deseamos conocerle (a Dios) por medio de ella, luego nos dice que el segundo es semejante, debemos de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y es ahí donde mas nos solemos confundir y le voy a explicar por que:

Cuando alguien nos interesa,  nos dan nervios (a menos que sea usted extraterrestre, esta regla no aplica), y contrario a lo que decimos, quisiéramos que ese alguien sepa todo de nosotros y hacernos notar a como de lugar para captar su atención, pero a veces estamos tan enfocados en que vean nuestros atributos que olvidamos a la persona en referencia, es decir, pareciera que esa persona tiene la obligación de vernos y de tener una inclinación por nosotros por todas las virtudes que tenemos, por el esfuerzo que hacemos por llamar su atención, o mínimo por que «somos buenas gentes» (le suena familiar?), el caso es que vamos a hacer todo lo posible por ser notados, incluyendo el mandar regalos, y pensamos que ese alguien tendría que apreciar el hecho de que lo enviamos, pero la realidad es que por lo general las personas solemos amar no como los otros necesitan o quieren, sino como nosotros queremos ser amados, justo como la chica que envió aquel canasto de frutos enorme (créame que era enorme!), ya que en su interior y para ella ese seria un gran gesto de parte de mi amigo, pero en realidad ella no conocía nada acerca de mi amigo, y parecía tampoco interesarle, el resultado ya se lo imaginara, ahora mi amigo se caso con una chica mas inteligente con la que tiene una familia fenomenal.

Cuando pienso en este tipo de cosas, no puedo dejar de pensar en las innumerables ocasiones que he sido objeto de muestras de «aprecio» de quienes no saben nada de mi, y parece que no les interesa realmente saber nada de Rene, solo les interesa hacerse notar, es decir quieren tener una relación conmigo «a su manera!».

No podemos tener una relación con nadie  «a nuestra manera» y esperar reciprocidad, ya que si no damos interés por esa persona, sus gustos y sus intereses, tampoco podremos lograr que esa persona haga con y por nosotros algo que no estamos dispuestos a hacer y dar.

Ahora le voy a voltear la tortilla (expresión popular mexicana), como espera amar a Dios si lo ama a su manera y no como El lo requiere de usted, para que a su vez El pueda amarle a usted como necesita?.

Hay dos maneras de hacer las cosas, como Dios manda y como Frank Sinatra, a mi manera, que no pasara de ser una manera linda y romántica con un final no muy feliz!.

Rene Giesemann
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