Génesis 32:26 (Reina-Valera 1960)
Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.

No sé que tanto conozca usted de la vida de Jacob, pero le voy a contar un poco, Jacob solo tenía un anhelo en la vida, el ser Primogénito, es decir el hijo mayor de su casa, Jacob nació como gemelo de Esaú y aun al momento de nacer, saco su mano del vientre de su madre con la esperanza de nacer primero, aunque venían alineados de manera diferente, eso le costó su nombre «Jacob» que significa «el engañador», por querer engañar a la naturaleza.

En su juventud Esaú su hermano el primogénito, en su no entender lo que significa el orden de Dios, vendió a Jacob como un acto simbólico a Jacob su primogenitura a cambio de un plato de lentejas, usted y yo podríamos entender que esto no cambia el orden natural de las cosas, pero era el anhelo del corazón de Jacob de ser bendecido como primogénito lo que contaba.
En la tradición Judía, el primogénito de la familia es quien recibía la autoridad sobre la siguiente generación, se convertía en el patriarca y tenía la autoridad espiritual sobre la familia, ser primogénito tenía una gran responsabilidad y gran poder a su vez.

Al momento de delegar la autoridad sobre la primogenitura, Isaac envió a su hijo Esaú a cazar para prepararle un platillo y así poder bendecirle, Jacob aprovecho la ausencia de Esaú y engaño a su casi ciego padre y se dejo bendecir como primogénito, esto le costó su relación con su hermano y tuvo que salir huyendo del lugar.
De ahí Jacob fue a una provincia a casa de su tío, y se enamoro de su 2da hija, la pidió en matrimonio, trabajo los 7 años que correspondía según la tradición judía por ella y en la noche de bodas fue engañado, le fue dada bajo el velo de novia la hija mayor, ya que era la que le correspondía casarse, así que no tuvo más que quedarse y trabajar otro 7 años por la mujer a la que amaba y algunos años mas por engaños de su tío, en pocas palabras tuvo que trabajar cerca de 21 años para tener familia y bienes, después de haber hecho mas allá de o justo decide regresar a su tierra, con sus mujeres, hijos y bienes y en el camino se encuentra con el ángel de Dios, y al verlo se aferra a Él y le menciona la cita de hoy.

Imagínese, tras años de pelear una bendición y no recibirla, su única oportunidad era estando frente a frente con Dios, si no era ahora, no sería nunca, Dios vio su corazón y reconoció que su anhelo de ser bendecido era autentico y le bendijo, y no solo eso, le cambio el nombre de Jacob a Israel y esto como señal para que quedara sobre el pueblo que gobernaría.
Ayer me escribió Rosy una buena amiga de Torreón y me preguntaba que porque insistía yo tanto acerca de las personas que se conforman con decir «si Dios quiere», y este es uno de eso motivos, a diferencia de de Jacob, nosotros tenemos la oportunidad de ser primogénitos todos (espiritualmente), ya que para recibir a Cristo en nuestro corazón tenemos que nacer de nuevo, pero pocos entienden el hecho de ser primogénitos y el recibir la bendición del Padre.

Vea como no importo cuanto se esforzara Jacob, ni el plato de lentejas, ni el engaño a su Padre, ni los casi 21 años de trabajo le valieron para ser bendecido, lo único que basto es estar en donde Dios estaba y en ese momento fue verdaderamente bendecido.
Hoy en día las personas no llegan siquiera a donde Jacob, no son capaces de esforzarse por ser bendecidos y se quedan a mitad del camino y se conforman con pensar que «Dios así lo quiso», pero si se esforzaran, no por la bendición, sino por llegar a la presencia misma de Dios, es decir en donde no hay duda que esta Él, en ese momento, recibirían una bendición como la de Israel, de autoridad, gobierno, dominio propio y gran poder espiritual.

Espero que al leer este devocional, despierte en usted esa hambre de ir a presencia de Dios y encontrarse con El cara a cara y decirle «no te dejare, si no me bendices»

Rene Giesemann
giesemann@gmail.com
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