Marcos 14:36 (Reina-Valera 1960)
Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.

Ayer que fui a la iglesia me fue recordado algo que quiero compartirles esta mañana, ya que lo considero importante.
Todos conocemos la historia de la muerte de Jesús y muchos han leído o escuchado la cita del día de hoy, esta tuvo lugar en el huerto de Getsemaní, donde Jesús fue a orar después de haber tomado la Santa Cena y había anunciado que su cuerpo sería entregado y su sangre derramada por el perdón de nuestros pecados, al estar ahí fue donde demostró que había realmente sido enviado a la tierra en calidad de hombre, el sentía lo mismo que sentimos nosotros diariamente y en ese momento sentía no menos que pánico, por ello clamaba al Padre «aparta de mí esta copa», la persona que lo menciono ayer lo dijo bien, Jesús no quería en su carne morir por nosotros, pero sabía que ese era su deber si quería darle salvación al mundo.

Hoy en día la gente se acerca a Dios buscando de su consuelo, de su favor y principalmente en momentos de necesidad, las personas hemos hecho de Dios un Dios cómodo, nosotros establecemos las reglas, nosotros decimos cuando y como, y somos nosotros los que decidimos si es que estamos bien o no con Dios, hasta el punto donde nuestra conciencia nos lo permite y es ahí donde preferimos compararnos con otros para no sentirnos del todo mal, pero la realidad es que solo nos engañamos nosotros mismos.

Acercarse a Dios no es solo para «sentir bonito», al acercarnos a Dios nos hacemos acreedores a una serie interminable de beneficios que a su vez van acompañados de una serie de responsabilidades, la cuales no son difíciles de hacer, esto lo promete la biblia en Mateo 11:30, pero al fin y al cabo son responsabilidades, las cuales debemos de cumplir, es parte de ser hijos de Dios y de la realza celestial de la cual venimos, como lo he comentado en otros devocionales, los que son y han sido reyes viven y han vivido rodeados de privilegios, poder y otras cosas, pero a su vez tienen la responsabilidad de comportarse de ciertas maneras, atender a los compromisos de la realeza y evitar hacer muchas otras por la posición que tienen.
En resumen, debemos de pagar un precio por ser hijos de Dios, pero el precio es sumamente fácil y sencillo, y lo más interesante es que aun en eso nos ayuda Dios (Filipenses 2:13), Solo es cuestión de que nos decidamos a hacerlo, es decir la parte que nos toca a nosotros es la de decidir querer.

Imagínese lo que hubiera sucedido si Cristo hubiera decidido usar su beneficio de Dios y no morir en la cruz, seguiríamos viviendo bajo la Ley y no la gracia! Eso quiere decir que seriamos juzgados siempre por nuestros pecados y lo más seguro es que ya hubiésemos muerto hace mucho.
Mi invitación en esta mañana y al comenzar el año, es a que haga ese sacrificio para agradar a Dios, cuando hablo de sacrificio no me refiero a pasar largas horas sin comer ni llegar a lugares lejanos con corcholatas en las rodillas, no, el sacrificio de conocer y cumplir la palabra de Dios para que sea bendecido por ella y en su favor reciba las bendiciones de lo alto que van mas allá de lo que imagina.
Esta mañana le exhorto a que no se acerque a Dios solo a «sentir bonito», sino a sentir eterno, a imitar a Cristo, quien a pesar de que en su carne no hubiese querido morir por nosotros, en su corazón sabia que nos daría salvación para siempre.

Rene Giesemann
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