Estamos de nuevo en la época de hacer planes para el año entrante, estamos en la época que queremos las mejores cosas para lo que viene y queremos hacer bien el año entrante lo que no hicimos correcto este año.

En lo personal no soy muy amante de hacer propósitos de año nuevo porque estos por lo general vienen acompañados de 2 cosas, por un lado la culpa o condenación de aquello que no hicimos este año, y por el otro lado la crítica, solemos criticar aquello que no nos gusta de nuestro hoy y pretendemos que cambie en nuestro mañana, como si por el puro hecho de cambiar de año nuestros ánimos, hábitos o esfuerzos lo fueran a hacer.

La realidad es que pasar de un año a otro no nos cambia, después de las 12:00 del 31  de diciembre solo somos la misma persona, solo que ahora el 1 de enero, y aquello que soñamos que suceda por «arte de magia» en el año entrante no sucederá por sí solo, muchos empezaran muy eficientes en enero, las dietas son muy famosas como propósito de año nuevo, pero la mayoría no pasa de febrero donde comienzan las celebraciones de nuevo y por lo general sucede porque no tenemos un plan.

Dios quiere que seamos bendecidos, pero no es suyo el trabajo de nuestro todos los días, El es el Dios sobrenatural que actúa en nuestra vida natural, es decir, El se encarga de las cosas difíciles y que parecieran imposibles y de todo aquello que no esperamos, pero nuestros hábitos son cosa nuestra, entre nuestros hábitos debería estar el de planear, si, el planear, me imagino que usted se preguntara a que me refiero, y es muy sencillo, se lo voy a explicar:

Habemos quienes no somos muy brillantes en el manejo del dinero, por lo general esperamos a tener un poco de él y sin darnos cuenta lo gastamos en mil y una cosas y en minutos estamos con una mano por delante y otra por detrás, también solemos endeudarnos y luego queremos que Dios nos saque del aprieto, y lo hará, pero no lo hará siempre, El espera que podamos aprender a ser buenos administradores para así poder poner sus tesoros (si, los económicos) en nuestras manos, para que podamos administrarlos a nuestro favor y disfrutar de la bendición económica.

Con el paso del tiempo he aprendido a planear, una de las cosas que planeo de constante es la bendición que quiero recibir, Dios me ha enseñado a distinguir entre las cosas que son conforme  a su corazón para mi vida y las cosas que no, de manera que entiendo perfectamente como suceden las cosas hacia mi favor por ende lo que hago es siempre tratar de ver las cosas que necesito desde la perspectiva de Él, por ejemplo, si usamos la situación anterior, si planeo que Dios me bendiga con una economía abundante, necesito accionar en mis hábitos económicos y esa es la parte fácil, una vez que los tenga, la bendición llega en automático, recuerdo perfecto que hace un tiempo ore a Dios pidiendo cambiar de coche y directamente me respondió en su palabra «no debas nada a nadie», cuando vi mis finanzas sabia que tenía deudas y que si quería cambiar de coche, solo me endeudaría mas, por lo que me di a la tarea de limpiar mis finanzas, de manera que el día que termine de pagar mis deudas, los medios para comprar un coche nuevo sin endeudarme estaban ahí.

Mi invitación en esta mañana es a que reflexione sobre lo que espera del 2010, o más bien, reflexione sobre lo que espera de usted para el 2010, luego de lo que espera de Dios, planee, lo que espera de Él y cambie sus hábitos de manera que esa bendición llegue como lo planeo, a tiempo y con el respaldo de Dios, no deje sus anhelos en manos de un «si Dios quiere», mejor planee, reclame y arrebate la bendición de su vida.

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