Gálatas 6:7-8
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

Predicación:

Todo el tiempo estamos sembrando y cosechando, sembramos hoy y podemos cosechar mañana, pero en algún momento cosecharemos lo que sembramos. Sembramos en nuestras relaciones, en nuestro negocio, en nuestra familia, en nuestra iglesia, en nuestro país, en nuestra ciudad. Muchas veces nos quejamos de nuestro país, de nuestros hijos, de nuestra empresa… pero ¿qué es lo que hemos sembrado? Si buscamos satisfacernos solamente a nosotros mismos estamos sembrando para nuestra carne y ciertamente cosecharemos corrupción. Muchas veces no sabemos porque ciertas cosas nos acontecen sin aparentemente existir alguna razón, pero sino cuidamos nuestros ojos, nuestros pensamientos, y nuestras acciones, ello también es una siembra y traerá su fruto, por eso sembremos para el Espíritu, para poder cosechar vida eterna y paz. Jesus al explicar la parábola del sembrador dice… “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.” (Lucas 8:15), la siembra buena, la perdurable, la eterna, solo puede proceder del Espíritu, por eso la semilla que cae en tierra buena, dará buen fruto al 30 y al 100 por uno, así que “todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” (Colosenses 3:23-24)

Oración.

“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón”. (Salmo 15:1-2)

Señor permite que pueda sembrar en el Espíritu, que mis ojos estén puestos en ti y que vea la siembra del Espíritu. Permíteme estar atento en mí día a día para poder ver lo que siembro y no permitir que me desvíe por los deseos de la carne y la vanagloria de la vida.

Amén.

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