Ayer por la mañana desperté lleno de sueños, ¡proyectos que llevan meses en mi cabeza e ideas emocionantes!, ¡que mañana!, creo que es de las mejores cosas que me pueden pasar, suelo ser muy creativo, y tengo una personal facilidad para idear procesos y nuevas cosas; todo iba muy bien hasta que prendí el televisor y busque el noticiero y de regreso a la realidad, veía con mucha tristeza a la gente que ha sido afectada por las condiciones climáticas recientemente, tanto en mi país como en el mundo, al observarlos me di cuenta de una cosa, la mayoría (ojo, no dije toda) de la gente afectada vive en condiciones irregulares, es decir, viven en zonas no planeadas, en condiciones «provisionales» a orillas de los ríos y que se yo; estas personas por lo general empezaron como yo con un sueño y en el camino algo les fallo y terminaron en una condición que no era la que tenían en mente y afectados por las circunstancias.

Este tipo de situaciones por lo general se da por un factor muy especifico, la falta de un plan y de una meta, es decir, todos sabemos que queremos una casa, todos sabemos que queremos casarnos, todos sabemos que queremos un mejor coche, todos queremos el celular de vanguardia, pero pocos nos detenemos en ver cuál es el verdadero propósito de esto y para que nos va a servir, obvio mucho menos nos preocupamos de cómo vamos a llegar ahí y por ende corremos tres riesgos, el primero, que no nos salgan las cosas como esperábamos y que en el camino nos distraigamos o cambiemos de idea o el segundo, que jamás lleguemos, y que veamos que las cosas no se dan y nos conformemos con un «Dios sabe porque hace las cosas», o tercero, que lo logremos y que una vez que lo tengamos no sepamos que hacer con ello y no lo aprovechemos como la bendición que debe de ser.

Si, también en la fe tenemos que planear, tenemos que conocer cuáles son los beneficios de Dios, escoger los que queremos primero y  cuales después, luego los tenemos que integrar con nuestra vida cotidiana, para que podamos hacer una vida en victoria y después planear que es lo que haremos con lo que hayamos obtenido para saber cuál es el siguiente paso.

Usted puede ser bendecido de poco a poco, mas como una consecuencia o una casualidad, o bien puede tomar no solo las promesas de la palabra, sino poner sus anhelos delante de Dios, saber e identificar que necesita para recibir cada bendición y ser un ejemplo de un hijo de Dios de excelencia, en el que su favor y su oído estén siempre inclinados hacia usted.

Pablo el Apóstol tenia esto muy claro, el no se conformaba con ser bendecido de poco a poco, él sabía perfectamente a donde quería y tenía que llegar, tenia apuro de llegar ahí, ¿que me dice de usted?, ¿tiene metas en Jesucristo?, ¿o solo es bendecido conforme va caminando? , ¿cuanto más está dispuesto a esperar por su bendición?

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *