Mateo 5:13 (Nueva Versión Internacional)
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.
Dandole sabor a la vida
Hace ya tiempo que tenia muchas ganas de escribir sobre esta cita, ya que es la que me recuerda mi deber en esta tierra todos los días de mi vida.
Básicamente tenemos dos sabores agradables en lo que comemos, lo dulce y lo salado, lo dulce proviene básicamente del azúcar, pero lo dulce no importa que es lo que comamos, sabrá siempre a lo mismo, a azúcar, por mientras la sal, no sabe a sal mas cuando la usamos en exceso, pero cuando la usamos en cantidades adecuadas, su verdadera función es el realzar el sabor de lo que comemos, por ello no es que a la comida le falte sal en ocasiones, sino que habemos (me incluyo) a quienes nos gustan los sabores intensos (no salados), en el que podemos degustar de cada uno de los atributos de sabor de lo que comemos.
Por lo general soy una persona postrera, me gusta comer postre después de el almuerzo y obvio acompañado de un buen café, pero hace una semana tengo a mi madre y a su tía de visita en casa, cuando mi madre viene, nunca me queda espacio para el postre, ya que disfruto tanto de sus guisados y procuro tener un buen salero a mano para poder disfrutar intensamente aquel guisado con el que siempre me consiente, como buen norteño, me gusta el chile colorado y el chile pasado que se preparan por allá y que ella siempre trae para hacerlo y verme limpiar el plato de gusto.
Dios nos ha enviado a ser la sal del mundo, es decir nosotros somos el elemento que El envio para que podamos ayudar a otros a disfrutar intensamente de cada una de las situaciones en sus vidas, nosotros somos los portadores de buenas nuevas, nosotros somos los que damos consuelo a los desventurados y les hacemos sentir bien en un momento difícil; recuerdo mucho a mi amiga Naneth, que hace años perdió a su hermano, pero hace poco me dijo, me acuerdo mas del hecho de que estaba ahí rodeada por los que me amaban que del dolor que sentía en ese momento.
Dios nos envió dejo un par de mandamientos, el primero habla de amarle a El sobre todas las cosas, con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas y el segundo el amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, es decir, Dios nos da la capacidad de sazonar la vida de los demás a través de lo que pone en nosotros, nos usa como ese sabroseador de cada instante y nos da la capacidad de transmitir a otros lo que El ha puesto en sus vidas, alegra a cualquiera con el reflejo de su rostro en nuestra vida, aumenta el placer y aminora el dolor de los que sufren, solo tenemos que tener la cualidad de la sal, el poder dar el sabor de Dios, ya que sin Dios perdemos este sabor y servimos solo para ser desechados y pisoteados.
Rene Giesemann
giesemann@gmail.com