La semana pasada al viajar me toco conocer a un cliente que solo conocía por teléfono, mas me llama mucho la atención su actitud, ya que aunque por el momento no le va del todo bien en su negocio, siempre habla de una manera bastante positiva y en ocasiones hasta con cierto humor negro, al conocerlo me recibió muy efusivamente e inmediatamente cerramos el trato que habíamos estado negociando al teléfono en las pasadas semanas, y cerro con esta frase: «¡Los Panameños están condenados a triunfar y a ser exitosos, afortunadamente soy Panameño!», fue entonces que entendí que este hombre no había cerrado trato conmigo por lo bueno que soy vendiendo, sino porque estaba 100% convencido de que las soluciones de mi empresa son las mejores y aunque tienen un precio mas alto que el de nuestros competidores son las mejores y por ello las que necesita en su hotel.

Tras de un momento de charlar me contó acerca de como había levantado su negocio y como posteriormente había decidido incurrir en la hoteleria y algunas de las situaciones difíciles por las que había pasado en ese tiempo ya que además de que los tiempos no eran los óptimos para este negocio, la hoteleria no era lo suyo, pero eso no le importaba, ya que eso ya había pasado, ahora solo le quedaba ver hacia adelante.

Al escuchar todo este me tuve que detener a pensar sobre como a veces nos quejamos tanto del pasado, y nos enfocamos en lo que hemos tenido que pasar para llegar a donde estamos ya sea para bien o para mal, que nos olvidamos de hacia donde vamos y simplemente «sobrevivimos» quejándonos de lo que nos rodea y pudiera hacer el camino mas pesado o todo el tiempo pensando en lo que aun no hemos cambiado y nos falta por cambiar y nos hace ver aquella meta mas lejana.

Así como mi cliente, los hijos de Dios estamos «condenados» o mas bien destinados a triunfar y a ser exitosos en todos los sentidos, pero olvidamos aplicar su frase de decir «afortunadamente somo hijos de Dios» olvidamos la identidad que nos fue dada, Dios no tiene hijos perdedores ni fracasados, solo que pareciera que nos pudiéramos quitar y poner el linaje divino del cual dependemos a placer y por ello no somo los hijos que podríamos ser, además , constantemente quitamos los ojos de la meta, y los ponemos mas en nuestros problemas, nuestros pecados actuales y peor aun nos concentramos en aquello que sucedió en nuestro pasado y pensamos en lo mal que nos fue, o en lo bueno que fue y la nostalgia que tenemos hacia ese tiempo, pero olvidamos hacia donde es nuestra meta.

Jesús vino a ser ejemplo, y nos dejo como enmienda el imitarle en todo y se puso a si mismo como meta para nuestras vidas, no importa que hayamos pasado, como estemos ahora mismo, sino importa quienes somos y hacia donde vamos, no lo olvide, eso es lo que diferencia a los Hijos de Dios de las Criaturas de Dios.

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