Ayer por la mañana viaje regreso a casa como lo hago siempre en mis viajes de trabajo y siempre organizo mi día de manera similar, tengo un sistema incluso para empacar mi maleta, para asegurar llevar siempre una maleta pequeña que pueda llevar en la cabina y no tener que documentarla, y así poder salir rápido del aeropuerto.

Al llegar al aeropuerto de de la Ciudad Panamá, obviamente ya no hice fila para documentarme, ya que había hecho mi registro en linea y pase al modulo electrónico a confirmar mi pase de abordar, en el modulo electrónico note que por algún motivo no tenia asignado el asiento que había solicitado en linea, así que lo reasigné y como siempre lo hago, me registre en un asiento en el pasillo lo mas adelante posible para poder bajarme rápidamente a mi llegada y hacer todo aquello que tenia planeado al llegar a casa, al pasar por seguridad, lo hice de manera rápida ya que no suelo cargar en mi persona cosas que me tenga que quitar al pasar por los sensores de metales y mis maletas contienen versiones pequeñas de todos los artículos líquidos que llevo a bordo los cuales llevo como lo indican los aeropuertos en una bolsa de plástico pequeña aparte, así que me fue fácil llegar a mi sala con rapidez, una vez ahí, obviamente me dispuse a sacar mi computadora para seguir trabajando y avanzar en las cosas que tenia planeadas para ese día y tenia que hacer unas cuantas mas ya que mi Blackberry se había dañado por lo que no podría como acostumbro escribir y responder correos durante mi vuelo, ¡uff! ¡el solo escribirlo me canso!, mas cuando estaba en la sala me sucedió lo siguiente:

Había un matrimonio Alemán, algo mayor que estaban hablando por teléfono con sus familiares y les contaban lo maravillosas que estaban siendo sus vacaciones y aun les describían lo que veían en el aeropuerto, ciertamente el aeropuerto de Panamá es una aeropuerto que permite una excelente vista y esta rodeado de paisajes verdes, una vez en el avión y a pesar de ser personas mayores se disputaban el asiento de la ventanilla y una vez puestos de acuerdo, miraban sin cesar por la ventanilla y era asombroso como durante 2 y media horas disfrutaron de su viaje, lo por lo cual no pude evitar el recordar los tiempos en los que yo empezaba a viajar por trabajo, como yo hacia exactamente lo mismo, y recordé que tengo una afición por la aviación y los aeropuertos y que antes me disputaba los asientos de la ventanilla con quien fuera, y de ser lo mas cercano al ala mejor, así podría tomar una buena foto incluyendo la turbina, como lo hacen los fotógrafos de mi sitio favorito en Internet (www.airliners.net).

Cuando meditaba sobre ello, me dio una gran vergüenza, me di cuenta que de uno de mis mayores placeres, había hecho una rutina al grado de permitirme dejar de disfrutarlos, ahora, que viajo tanto, lo disfruto poco, obvio no lo sufro, pero perdí esa ilusión de viajar, de asombrarme por aquello que puedo ver en la ventanilla, mi atención va enfocada a lo que voy leyendo o escribiendo y en ocasiones no me percato de los cambios de un lugar por que llevo la mirada fija en lo que voy haciendo, ¡que pena me dio!

Así nos pasa con Dios, cuando nos acercamos a El, todo es novedoso, lo disfrutamos al máximo, nos asombra todo de El, cada vez que descubrimos un beneficio nuevo acerca de El, quisiéramos contárselo a todo mundo, pero pasa el tiempo y nos acostumbramos, sabemos las rutinas que tenemos que hacer para recibir ciertas bendiciones, las cuales dejamos de ver como tales, e incluso nuestra oración se convierte en una serie de frases armadas e incluso dejan de ser razonadas, perdemos nuestro primer amor.

Así nos enseña la Biblia, y me encanta que lo hace en el libro de apocalipsis, es decir al final, cuando podemos haber terminado una vida exitosa, tal vez llena de cosas que agradan a Dios, pero si perdemos esa capacidad de asombrarnos de El, de amarle siempre como si fuera el primer día, de tratar de descubrir nuevas facetas de su personalidad para nosotros en su palabra, en nuestra intimidad con El, entonces nos lo recordara y nos lo hará notar y la mayor vergüenza, sera darnos cuenta, de la maravillosa oportunidad que hemos dejado pasar.

Así como yo viajare en asiento de ventanilla en mi próximo vuelo, le invito a que usted vuelva abrir sus ojos a lo que es Dios, ábralos grande y permítase asombrarse de nuevo de todo lo que es El.

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