La palabra de Dios nos enseña que nuestra boca tiene poder, es decir, lo que salga de ella tiene influencia sobre lo que suceda en nuestras vidas.

En la antigüedad los nombres eran puestos a las personas en base a su significado, y este significado podía ir entorno a la situación de su nacimiento, del propósito de tener un hijo o cualquier otra cosa de importancia para los padres, el caso de Jacob no fue la excepción, el y Esau eran mellizos y al estar a punto de nacer Jacob saco una mano pretendiendo salir antes que su hermano, aunque el acomodo de parto era distinto, esto le llevo a que le nombraran Jacob que significa entre otras cosas «el engañador», esto marco su vida, ya que diariamente, cada ves que se mencionaba su nombre le era declarado que era un engañador y así creció e hizo su vivir, engañando, al grado de robar la bendición de la primogenitura de su hermano, engañando a Isaac su padre.

Una de las cualidades del corazón de Jacob es que el no estaba conforme con lo que había sido declarado sobre el, y buscaba de todo corazón el ser bendecido por Dios y tuvo que pasar un proceso largo pero finalmente obtuvo la anhelada bendición, mas cuando se encontró cara a cara con el Ángel de Dios, este le pregunto su nombre y se dio cuenta lo terrible que se declaraba sobre su vida en cada momento que se le llamaba Jacob, por tanto le cambio el nombre por Israel y es ahora el nombre de la nación que desciende de sus generaciones.

Cuando nosotros venimos a este mundo, muchas cosas son declaradas sobre nuestras vidas y aun nuestro nombre puede tener un gran impacto de acuerdo a su significado, pero una realidad, es que así como Jacob, todo lo que hagamos en nuestra vida lo haremos por nuestra cuenta y a nuestra manera, según nuestra naturaleza y como criaturas de Dios, pues eso es lo que somos cuando venimos a esta tierra, solo hay un momento clave que puede cambiarlo todo, así como cuando Jacob se encontró cara a cara con el Ángel de Dios y le dijo «no te soltare hasta que me bendigas», nosotros debemos de tener un encuentro cara a cara con Dios, para que de esa manera cuando El nos bendiga también nos cambie el nombre de «criaturas», por el de «Hijos» y podamos recibir de los beneficios de serlo.

Cuando nuestro nombre es cambiado por el de Hijos, empezamos a recibir y entender los verdaderos beneficios del Padre, y aprendemos a ser verdaderamente parte de su familia y no un visitante ocasional, usted… ¿ya tuvo su encuentro cara a cara con Dios? ¿o sigue portando su viejo nombre?

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