Hace poco tiempo me mude a una pequeña población en la Riviera Maya, esto me requiere que casi de manera diaria tenga que tomar carretera ya sea para visitar a mis clientes o bien resolver asuntos personales.
Debo confesar que me gusta conducir a altas velocidades, aunque esto en ocasiones exceda los límites de velocidad, y a mi muy particular manera de pensar, no cabe en mi entendimiento que una autopista tenga un límite de velocidad de 40 km/h, mas afortunadamente no soy yo quien escribe las leyes, mas si me tengo que apegar a ellas.
Así mismo sucede con la ley de Dios, hay quienes aseguran que Dios ha cambiado su manera de ser y de pensar, hay otros que se escudan en decir que ya no vivimos bajo la ley, sino bajo la gracia, y aunque esto es cierto, no quiere decir que lo que en el pasado era pecado, ahora ya no lo es, más bien significa, que si tomamos a Jesucristo como nuestro Señor y salvador, y nos arrepentimos de manera genuina en nuestro corazón, podremos ser perdonados y eximidos de los castigos dictados en el antiguo testamento, pero ¡ojo! Un pecador, no importado lo grande o pequeño de su pecado, será juzgado y corre el riesgo de perder su vida eterna.
Así como yo lo tengo que hacer con mi manera de conducir le invito a que tome conciencia de los actos de su vida, no sea flexible con usted mismo, a la larga le puede costar mucho, pero una vida en santidad tiene muchos mas beneficios.