En los pasados días he tenido mucha oportunidad de reflexionar sobre lo afortunados que somos de tener a Dios en nuestras vidas y lo tontos que en ocasiones solemos ser al no explotar al máximo la bendición que podemos obtener de El al no hacer lo correcto.
Si observamos a los hombres de la Biblia, tenemos ejemplos muy claros de ello, Jonás, fue un hombre quien recibió una instrucción de parte del Padre y no estuvo dispuesto a llevarla a cabo y prefirió caminar en dirección contraria, y empezó a observar como el favor de Dios iba desapareciendo de su vida, tanto así que cuando se vio en alta mar en medio de una gran tormenta, reconoció ante quienes estaban con él, que era él el motivo de esta tormenta y que para poder sobrevivir, le tenían que tirar por la borda, ¿no hacemos nosotros eso? ¿No nos encontramos en situaciones donde decimos «merezco que me vaya mal porque porque no he sido fiel a Dios»?.
Recuerde que Dios no pierde su tiempo haciéndonos ni deseándonos mal, El siempre esta esperándonos a que volteemos a verle para bendecirnos, quiere que le temamos, pero no porque nos pueda castigar, sino por la dimensión de su grandeza y el poder que tiene, que guardemos el pacto que hemos hecho con El, para que pueda ser fiel a lo que prometió en ello, y que pongamos por obra su palabra para que podamos tocar su corazón y recibir de su sobreabundante favor.
Dios es tan misericordioso que una vez que Jonás se tiro por la borda, lo puso en el vientre de una ballena y lo llevo a la costa cerca del lugar que lo había pedido que fuera originalmente, y una vez en tierra le animo a hacer su voluntad, al hacer así, lejos de castigarle por su desobediencia, le uso para ser canal de bendición para un pueblo entero.
Por tanto recuerde que el que usted sea bendecido por su fidelidad hacia Dios, es solo el comienzo de la bendición para otros.