Esta mañana caminaba por la playa y observaba el mar, el cual de madrugada se pintaba de un color azul oscuro y hasta cierto punto intimidante, mas cuando el sol empezaba a salir tomaba el color turquesa que le caracteriza en esta región, en cuanto el color del agua se aclaro, los peces se acercaban a la orilla y las aves se acercaban a hacer la pesca matutina, era todo un festival de color y movimiento, como si Dios estuviera tratando de recordarme algo y valla que lo hizo.
Nuestra vida es como ese mar, mientras Dios no resplandece sobre ella, todo parece turbio y confuso, mas cuando lo invitamos a ser parte de nuestro diario acontecer, la vida tiene un color alegre, los sucesos que anhelábamos llegan y tenemos paz, es algo genial.
Lo que Dios me recordó esta mañana es que el mar de noche y el de día es el mismo, ambos son parte de su creación, así como lo es nuestra vida , si las cosas no pintan bien es porque no le damos oportunidad a El de ser partícipe de ella y tener el control en ella para nuestro favor.
La cita de hoy son las palabras de David, quien sabía que no importaban sus problemas, no importaba aun su pecado, ya que el Padre le había formado y con un propósito, el propósito de que el Espíritu de Dios se manifestara en su vida.