Cuando pienso en los sabios de oriente, no puedo hacer mas que imaginar el privilegio tan grande de haber sido escogidos para ir a reafirmar a José, María y al mundo que Jesús era el Rey de los Judíos y sobretodo siendo sabios de otras culturas y otras creencias vinieron a adorar al único Rey de Reyes y Señor de Señores.
En el mundo hay celebraciones en donde se interpreta que este es un tiempo de dar, se entregan juguetes a los pequeños, se comen panes aderezados especialmente para la ocasión e incluso se comprometen las comidas de fechas próximas echando suertes, mas sin embargo, pocos recuerdan que es un día de dar, pero de dar honor y reconocer quien es aquel que vino a entregarse por nosotros y que aun estando en un pesebre fue reconocido Rey, que fue honrado con oro incienso y mirra, los mejores regalos de la época.
Este es un día muy especial, ya que tenemos la oportunidad de reconocer que Cristo vino a esta tierra a morir por nosotros, a ser Rey sobre nuestras vidas por la eternidad, y que tenemos que darle el mejor de los presentes, El no espera que hagas buenas obras ni felices a otros antes de honrarle a El, El espera que le entregues lo mas valioso que tienes, aquello de donde emana la vida, aquello que es lo único que estando dentro de ti puede pertenecer a alguien mas, tu corazón.
Este día mi invitación es a que reflexiones sobre tu corazón, ¿en que condición esta? ¿Esta listo para ser entregado? ¿O le haría falta una pulida y una buena limpieza?, no esperes a que sea otro día en otra fecha, desecha de tu corazón lo que no es bueno, preparalo y embellécelo para que sea lo mejor en ti y lo puedas traer como ofrenda y honrar al Señor.