En los pasados 2 días he tenido que reflexionar mucho sobre la relación que las personas tenemos con Dios y como somos insensibles al momento de pecar, es decir lo hacemos sin detenernos a pensar que tan desagradable es nuestra actitud delante de Dios, luego, nuestra conciencia nos acusa y estamos días enteros sintiéndonos mal, solo que nos sentimos mas mal con nosotros que con Dios mismo, ya que a causa de nuestro pecado nuestro corazón se ha endurecido un poco.
Esto lo comento por que me toca platicar seguido con muchas personas que se dicen «indignas» delante de Dios y que piensan que su pecado ya no permite que Dios les escuche, otras piensan que están rodeadas de tanto pecado que Dios no los ve, mas sin embargo Dios es mucho mas que eso, para ello nos dejo su palabra que nos dice que las misericordias de Dios son nuevas cada día!, es decir, cada día estrenamos misericordia y no tiene nada que ver con la de ayer, esto no quita el pecado de nuestra vida, pero nos da una nueva oportunidad de salir adelante.
La palabra de hoy nos dice que si confesamos nuestro pecado (de manera honesta y directamente con Dios), El nos perdona y limpia nuestra maldad, pero ¿sabe que es lo mejor? Si lo hacemos de manera honesta y con la intención de jamás cometer ese error de nuevo, El olvida nuestro pecado y nos da la fortaleza de no volverlo a cometer, ¿genial no?
Así que esta mañana le invito a que tenga un minuto de intimidad con Dios, no importa si esta en casa o en la oficina, tenga un minuto en donde pueda confesar de manera directa y honesta su pecado con Dios, le recomiendo que no piense que ora a Dios, háblelo, que salga de su boca aunque sea en voz baja, y confiese su pecado, y después de ello, haga el compromiso de no pecar más, y a partir de ahí disfrute del amor del Padre y sus bendiciones, no permita que su pasado le acuse, Dios ya le ha perdonado, ahora aprenda a perdonarse usted.