La cita del día de hoy la he leído en muchas ocasiones, mas no la había comprendido como lo he hecho este día…
Desde el principio de los tiempos estaba designado que el Hijo vendría y derramaría su sangre por nosotros, se anuncio a los hombres desde el día que Dios estableció la Pascua en Egipto y lo describió con lujo de detalles a través del Profeta Isaias, asi que no era ninguna sorpresa que Cristo viniese, padeciese y muriese en la cruz, mas aun asi nos sorprendemos cuando vemos las diferentes películas que describen el sangriento hecho.
Los Judíos de la época en definitiva no sabían lo que hacían, ya que sus corazones estaban endurecidos por causa de cumplir lo que estaba escrito y anunciado por Dios mismo, y fueron crueles en extremo, pero Cristo sabia de donde venia esto, por ello aun en la cruz y a punto de morir físicamente, intercedía por ellos ya que eran el instrumento que Dios estaba utilizando para cumplir con su obra.
¿Cuantas veces no nos encontramos en nuestro camino a personas que nos ofenden, que nos hacen mal o que simplemente nos hacen pasar un mal rato?, ¿cuantas veces usted y yo nos hemos enojado contra alguien por una ofensa?
Nunca se ha puesto a pensar que como dice la palabra en el libro de los Romanos, «todas las cosas nos vienen a bien a los que aman a Cristo», ¿también nuestros ofensores son parte de la obra que Dios esta haciendo en nuestras vidas?, ¿no ha considerado el hecho de que necesitamos a estas personas en nuestra vida para que aprendamos lo que Dios necesita de nuestro carácter, para que podamos pasar al siguiente nivel?
El día de hoy le invito a que reflexione en sus relaciones personales y recuerde a cada persona que le ha ofendido últimamente, o bien le ha hecho pasar un momento difícil, un conocido, un jefe, un subordinado, un amigo, un familiar, que se yo, Dios lo puso en su camino, no para tratar con el, sino para tratar con usted.
Clame a Dios y pregúntele cual es el objetivo de que esa persona haya pasado por su vida en ese momento en especifico y disponga su corazón a ser tratado por Dios, y por difícil que le parezca, bendiga a esa persona, por ser el instrumento de Dios.
¡Que tenga un día lleno de victorias en Cristo!