Creo que una de las mejores cosas que podemos hacer es el atrevernos a conocer a Dios, pero conocer a Dios no solo tiene que ver con el hecho de pedirle cosas, como tampoco tiene que ver con el hecho de dejar de hacer aquellas cosas que son parte de nuestro hábito diario y entendemos como desagradables delante de sus ojos, Dios es mucho más que eso y su propósito para nosotros es mucho más basto y emocionante que solo dejar de hacer cosas que nos gustan hacer.
Creo que a veces puedo sonar repetitivo, pero es esencial que empecemos por el principio cuando entendemos lo que Dios espera de nosotros, y cuando digo espera, no me refiero a que tengamos que hacer algún tipo de sacrificio, sino que se refiere a que tengamos consciencia de las cosas que quiere hacer por nosotros y en nosotros.
Curiosamente hemos aprendido a confundir el hecho de orar con el pedir y hemos aprendido a distorsionar la oración con repetir una y otra vez frases que en realidad no entendemos su sentido, lo ha pensado?, piense esto, Dios espera que le escuchemos en nuestra oración, pues en medio de ella nos hablará de las cosas que hará en nosotros, de modo que aprendamos a estar expectantes, también Dios espera que le permitamos hablarnos de la santidad, de manera que cuando lleguemos delante de Él, seamos santos, es decir, que tengamos la capacidad de enfocarnos en Él y que no sea nuestro único ó nuestro principal motivo el pedirle aquello que queremos ó que esperamos que nos dé.
Las cosas son tan diferentes a nuestro hábito cotidiano que Dios nos ha dejado por escrito que debemos de tener encuentros específicos con Él, pero más increíble todavía, que no hay manera de que nos presentemos con las manos vacías delante de Él, es decir, que espera que lleguemos a un nivel de intimidad tal, que podamos traer ofrendas a Él y que eso provoque su poder en nosotros.
Pero ojo, no es un intercambio, Dios no necesita nada de nosotros, por el contrario, pero espera que nos dejemos transformar de tal manera que aprendamos las cosas que le agradan, que aprendamos a apreciar su carácter, de modo que lleguemos al punto donde tengamos la iniciativa de darle algo de nosotros que sea tan agradable que pueda subir como un aroma intenso hasta e lugar de su presencia, es decir, que la intención de nuestro corazón sea tan evidente que Él no la pueda evitar de notar.
No le emociona el pensar que llegará ese día que dejará de tener flojera de ir a la presencia de Dios?, no le emociona que su oración dejará de tener ese elemento de incertidumbre y de no saber si Dios le dará lo que pide, lo que necesita ó aquello que lo tiene emberrinchado?, sino que llegará al punto de que tendremos tantos asuntos emocionantes que tratar con Dios que tendremos prisa por ir a su presencia y que se nos harán cortas las horas para estar ahí!
Sé que para muchos suena utópico, pero sabe, este tipo de cosas son aquellas que deberían de ocupar nuestra oración, este tipo de temas son aquellos que podemos pedir a Dios con la garantía de que transformará nuestro entendimiento hasta que nuestra manera de orar sea ese verdadero encuentro de intimidad entre 2 amigos que buscan cumplir con el mismo propósito desde flancos diferentes.
Es por eso que debemos de entender que la naturaleza de Dios se refleja en aquellos que han decidido dejarse transformar de regreso a su imagen y a su semejanza, es decir aquellos que han decidido conocer a Dios más allá de solo pedirle cosas sino entender su carácter y permitir que sea puesto en ellos, al grado que cada una de las características del Dios sea reflejada en su diario vivir.
Sabemos que por excelencia a Dios le gusta dar y que es nuestro papel aprender a dar también, de modo que es un buen principio el empezar por orar a Dios para que nos revele qué tipo de ofrendas le agradan para que podamos dejar de llegar con las manos vacías delante de Él y que podamos traer ofrendas que suban como un aroma agradable delante de Él, así como lo dejó por escrito, no para que nos fuera una carga, sino algo tan natural, que no lo podamos evitar hacer.