Muchas personas creen que no tienen porqué esforzarse en su fe a causa del argumento de que perciben a Dios cerca de ellas y aunque esto es cierto, corren el riesgo no de perderse a Dios quien pudiera estar cerca sino del efecto de este Dios que quiere tener en nosotros y que tiene ciertas condiciones para ser desatado.
A pesar de que Dios es fuerte y todopoderoso, también tiene un lado tierno sutil y delicado, es por eso mismo que Dios se describe a sí mismo (a su Espíritu Santo) como una paloma, pues a pesar de que está en todo lugar necesita de serenidad, confianza y un ambiente propicio para manifestarse, es por eso que Pablo el Apóstol nos previene de no entristecer al Espíritu de Dios pues nuestra actitud tosca ó arrebatada puede hacer que éste decida no manifestarse y no tener ese efecto transformador en nosotros.
Piense que la presencia de Dios no tiene que ver con usted y conmigo, la presencia de Dios en todo lugar es el cumplimiento de una promesa, pues si Dios dijo algo, ciertamente de la misma manera lo cumplirá, así que no crea que porque usted ve a Dios en todos lados es una señal de que es usted “bueno” ó que las cosas están “bien” entre usted y Dios, sino es un reflejo de la fidelidad de Dios.
Ahora bien, hay cosas que si dependen de usted y una de esas cosas es la manifestación del Espíritu de Dios en usted, es decir, necesita anhelar que el Espíritu actúe en usted y tiene usted que tener la capacidad de diferenciar entre sus propios pensamientos y la voz de Dios y esto se logra solamente por medio del conocimiento de la palabra de Dios y la obediencia a la misma que desarrolla en nosotros una sensibilidad especial para discernir el efecto de ese Espíritu en nosotros.
Note como la cita de hoy nos previene y nos dice “no entristezcan al Espíritu de Dios con us forma de vivir”, eso nos dice que no podemos ser “simplemente seres humanos imperfectos”, sino que debemos de perseverar en ser Hijos de Dios que son perfeccionados día a día y minuto a minuto, nota la diferencia?
Esto nos deja más que claro que no debemos de ser perfectos ni en nuestras propias fuerzas ni con la intención de agradar a los demás, sino de quedemos de permitirle a Dios el que sea Él quien nos perfeccione día a día, quien haga en nosotros los estragos que tenga que hacer de manera que cada día seamos más capaces de dar y multiplicar lo que hemos recibido de Él y que seamos ejes de cambio y transformación en los ámbitos en los que nos movemos.
Si hiciéramos un resumen de todo lo que hemos aprendido en esta serie, podríamos entender primeramente que nos es necesario que Dios cambie nuestros pensamientos para que nuestra manera de actuar cambie y que esta se verá determinada por las palabras que hablamos, es decir cada día seremos más capaces de hablar como Dios habla y por ello su efecto será cada día más tangible en nosotros y con ello nuestra manera de vivir será algo que atraiga al Espíritu de Dios y su efecto.
Lo nota?, Dios mismo transforma nuestra manera de vivir, de modo que esta sea agradable a Él y pueda manifestarse a nosotros, por tanto no es un acto que nosotros podamos cometer, sino algo que podemos permitir que Dios haga en nosotros, pero a su vez debemos de perseverar en ello y tener tanta consciencia como nos sea posible de las cosas que Él quiere hacer en nosotros.