Muchas personas se preguntan constantemente cómo es que deberían de orar y han escuchado mucho acerca de tener una conversación con Dios y de ir a la intimidad, pero no a todos les queda claro cómo es que funciona.
Curiosamente muchas personas entienden el orar como el “hablar para adentro” (perdóneme, no encontré un término que lo describa mejor), es decir, pueden llegar a confundir sus propios pensamientos con el orar y no porque esté mal, sino porque en ocasiones no consideran algunos puntos esenciales los cuales le quiero comentar a lo largo de este escrito.
Creo que antes que nada, debemos de tomar siempre en cuenta que cuando oramos, vamos a la presencia del Todopoderoso, a la presencia del Rey que habita en majestad, y no lo digo en tono religioso, pero no podemos pasar por alto su investidura y es por eso que le decía que corremos el riesgo de confundir nuestros pensamientos con el hecho de orar, no porque esté mal que usted ore mientras maneja ó camina por la calle, de hecho yo lo hago todo el tiempo, sin embargo, es importantísimo el considerar que al dirigirnos a Dios nos entendemos en un ambiente de extrema reverencia, nos entendemos en un lugar de gracia al que Él nos da acceso, por tanto no es que le platiquemos a la ligera y creamos que es nuestro cuate, ciertamente, es nuestro amigo, pero eso no lo rebaja a Él a nuestro nivel, sino nos da acceso a su estatura y a su nivel, lo había pensado?
Ahora bien, el asunto de la intimidad es muy sencillo de entender, pero a veces no tan fácil de practicar, pero le voy a poner un ejemplo que espero le ayude a ilustrar este asunto. Mis mejores amigos tienen algo así como 20 años de casados ó un poco más, y en ese tiempo han aprendido a desarrollar un lenguaje propio, ante las demás personas se refieren entre ellos por sus nombres propios, pero entre ellos se denominan con nombres especiales y en este caso en diminutivo, y recuerdo que en alguna ocasión queriendo hacerme parte de su dinámica, usé uno de esos nombres para referirme a uno de ellos y solo con ver sus miradas entendí que no era yo parte de esa intimidad, pues es algo especial creado y alimentado por ellos donde los demás no tenemos cabida.
Dios pretende exactamente lo mismo, pero Él no solo es Dios Padre, recuerde que también es Dios Hijo y no menos importante es Dios Espíritu, eso quiere decir que aunque tenemos intimidad, la tenemos con los 3 y con uno a la vez, eso quiere decir que debemos de tener consciencia de los 3 de su majestad y de cómo es que ellos hablan y es aquí donde la cosa se pone interesante, pues Dios, como nos amó primero y nos creó con la intención de darlo todo por nosotros, Él ya desarrolló un lenguaje íntimo con nosotros y para entenderlo mejor, desarrolló un lenguaje especial para con nuestro espíritu que es lo que nos lleva ser semejantes a Él, de modo que cuando somos íntimos con Dios lo somos en espíritu y no en pensamiento.
Por si no lo tiene claro, voy a hacer un pequeño paréntesis y aclararle este concepto, recuerde que Dios nos creó a su imagen y a su semejanza, eso quiere decir que somos 3 cómo Él es 3, de modo que somos cuerpo (nuestra consistencia física), alma (nuestros pensamientos y sentimientos) y espíritu (la parte de nosotros que escucha a Dios y se comunica con Él y que recibimos de regreso cuando decidimos hacer de Yeshúa (Jesús) el Señor y Salvador de nuestras vidas).
De modo que cuando decidimos entrar en intimidad con Dios, entramos en espíritu, entramos dispuestos a escuchar y a ser llenados por su voz, de modo que más allá de salir palabras cotidianas de nuestra boca, pueden llegar a salir como la Biblia lo describe “gemidos indecibles” que en realidad son lo que llamamos “lenguas espirituales” que no entendemos con nuestra mente, sino que nuestro espíritu pues hablan en ese lenguaje especial que existe entre Dios y nosotros.
Ahora bien, cómo hacemos eso?, aunque usted no lo crea, es todo menos difícil, primero y antes que nada se debe usted asegurar de haber nacido de nuevo, es decir, debe de reconocer que su vida por más que lo intente, no lleva el orden y el efecto que usted espera, de modo que tenga que reconocer que le es necesario un salvador, alguien que en un segundo pueda simplemente borrar su pecado y ponerle en una condición de absoluta pureza, alguien que renueve su manera de pensar y actuar y que no tenga usted influencia alguna sobre ello.
Una vez que haya nacido de nuevo, necesita pedirle a Dios que le hable por medio de su Espíritu, es decir, que ponga en usted esa fuerza que viene de un lugar diferente a lo que vemos y escuchamos y que le ponga en un plano de semejanza a Dios, de modo que el Espíritu de Dios le llene y lejos de “sentir bonito” ó hacerle sentirse cómodo, le llene de esa paz de saber que pudiera usted estar en medio de una guerra y aún así se siente pleno pues la presencia de Dios es más importante que todo lo que pudiera ver y escuchar.
De modo que en un momento y sin que usted pueda dominarlo ó provocarlo, empiecen a salir de usted gemidos indecibles que auditivamente no tienen ningún tipo de sentido, pero que expresan todo lo que hay en su corazón, el cual a causa de la presencia de Dios está alineado con el corazón de Él y comience a hablar con Dios en su propio idioma íntimo y único.
Sólo debe de pedirlo y tener el anhelo de poder hablar con Él como Él lo quiere hacer con usted, en el momento que la misma intención en ambos tenga la misma intensidad, simplemente será, y entenderá que no hay mejor lugar que la presencia de Dios y no hay mejor manera de hablar con Él que en su propio lenguaje.