Existe una marcada diferencia entre planear algo y pretender que Dios haga cosas a nuestro favor y el verdaderamente invitar a Dios a ser parte de nuestros planes, dejando dicho de paso que las cosas salgan de acuerdo a su voluntad y no siempre de acuerdo a como nosotros planeamos, lo ha pensado?
Dios pretende ser parte de nuestra vida, eso incluye nuestros planes, de hecho una de las premisas de Dios es que tengamos éxito en todo, en absolutamente todo lo que hagamos (Josué 1:8, 3 Juan 1:2), de modo que fuera y pareciera inútil el hecho de orar por las cosas que haremos, pues lejos de que dependa del humor y la buena voluntad de Dios, actuemos sabiendo que lo hacemos bajo los principios de lo eterno y con un propósito más allá de solo sentiros bien ó recibir un beneficio.
Es por eso que Dios nos habla de esa famosa añadidura que en realidad para nosotros no lo es, pues es lo principal y no lo secundario increíble, no?
Por tanto hemos aprendido a actuar de manera confundida, pues pensamos que Dios tendría que hacer algo por nosotros y al no ver claro, decidimos actuar por nuestra cuenta y hacer las cosas de manera independiente de Él y por culpa, remordimiento ó simplemente por si se le ocurre a Dios ser “buena onda” con nosotros, le participamos de lo que vamos a hacer.
Pero piense en esto, Dios en realidad ya no tiene nada, absolutamente nada que hacer por nosotros, pues lo hizo todo al sacrificar a su hijo en la cruz por nosotros, es ahora nuestro papel hacer como hijos suyos y como dijo Yeshúa (Jesús) antes de partir, hacer las mismas cosas que Él hizo y aún mayores (Juan 14:12), de modo que todo lo que esperamos, no es que Dios lo vaya a hacer por nosotros, sino más bien por medio de nosotros, nosotros somos el conducto y el instrumento por medio de lo que Él establecerá su Reino y por medio de quien provocará todas esas famosas añadiduras que equivocadamente ocupan nuestras oraciones.
Es por eso que me revelo ante la idea de quedarnos cortos pensando que Dios “por algo hizo las cosas”, pues eso no significa otra cosa que estamos culpando a Dios por nuestras malas decisiones y nuestra conducta de fe mediocre, y lamentablemente eso cumple lo que dice la cita de hoy.
Parece inaudito, pero el mundo abunda de personas que insisten en sabotearse la vida, echar a perder sus negocios, sus relaciones, sus planes e incluso sus familias, pidiéndole a Dios algo que ellas mismas no están dispuestas a hacer y pensando que Dios porque es “bueno”, va a actuar entre bambalinas y de manera anónima e infraganti a su favor y cuando no sucede como ellas esperaban, le echan la culpa diciendo “Dios por algo hace las cosas”, pero si lo pensamos, estamos usando el nombre de Dios en vano, pues Él jamás intervendrá en donde no ha sido llamado a participar (y a que se hagan las cosas a su modo) y en donde las condiciones no son las de su Reino.
Ahora, tomando en cuenta todos estos factores, puede identificar y diferenciar esas situaciones donde Dios no ha intervenido y donde usted pretendía que Él hiciera el trabajo que nos toca a nosotros como sus hijos y representantes en la tierra?
Si lo hace, no todo está perdido, Dios es un Dios de nuevas y constantes oportunidades, de modo que tiene usted la oportunidad de una vez más ir delante de su presencia y vaciar su corazón, de ir delante de Él y pedirle consejo (ojo!, pedir consejo con intención de obedecer!) y de buscar la dirección de las cosas que ahora si habrá de hacer, para que el favor y el sello de Dios estén en todo lo que haga y que sea como la promesa de Josué 1:8 y simplemente por naturaleza, todas las cosas que emprenda prosperen.