En ocasiones nos puede suceder que nos quedemos cortos en el entendimiento de las cosas que Dios pretende que estemos conscientes y nos atrevemos a caminar con una versión equívoca de lo que verdaderamente es la fe, lo cual nos puede llevar a frustrarnos e incluso a renegar de Dios.
Ha notado que su oración trata siempre de lo mismo?, ha notado que oramos siempre por las mismas cosas y que el tema solo cambia cuando nos rendimos acerca de lo que pedimos y pasamos a pedir por algo más?
La razón es muy sencilla, estamos mal enfocados, así como Adán y Eva lo estuvieron y oramos como los que cayeron en pecado y no como aquellos que gobernaban sobre el huerto y le quiero contar un poco más acerca de ello.
Si lo pensamos detenidamente, Adán y Eva tenían a su cargo el gobernar sobre todo el Edén, éste incluía todos sus árboles y todos los frutos de esos árboles, si lo querían, no tendrían ni porqué aburrirse con lo que comían, pues variedad era todo lo que había en el huerto, y Dios les dio suficiente que hacer.
Sin embargo, su adversario (Satanás) los engañó de una manera muy astuta, logró distraerlos e hizo que lejos de enfocarse en toda la variedad de opciones que tenían a que solamente pensaran en ese único árbol del que no podían comer, ignoraron todo un huerto a causa de un árbol!, y así nos sucede a nosotros, pasamos todo el tiempo orando por lo único que no tenemos ó por ese detalle que nos estorba, sin tomar en cuenta todas las cosas que no solo tenemos, sino que Dios nos pide gobernar para Él y no oramos al respecto, es justo por eso que nos cuesta trabajo escuchar la voz de Dios, pues solo tenemos oído y entendimiento para esa única cosa ó situación que ocupa nuestra oración.
Nótelo!, solemos limitar la voz de Dios a “si”, “no” y “tengo algo mejor para ti”, cuando en realidad aquel que hizo todo por medio de su boca quiere darnos detalles de sus planes para nosotros, solo tenemos que regresar la mirada al huerto en vez de pensar solo en ese bendito árbol!
Cuando Yeshúa (Jesús) nos habló acerca de la oración en el capítulo 6 del libro de Mateo, hizo hincapié en este preciso detalle, nos dijo que hay muchas cosas que debemos de hacer y no como un distractor mientras Él hace aquello que pedimos, sino como un estilo de vida el cual está enfocado en Dios, su Reino y nosotros como parte de el y no como Dios que gira alrededor de nuestras necesidades.
El detalle es que debemos de aprender a quitar los ojos de la bendita “añadidura” y entender que todo lo que necesitemos, viene como una consecuencia lógica de nuestro estilo de vida, piénselo de esta manera, Dios le dio variedad de alimento a Adán y Eva en el huerto, el aferrarse a un solo árbol le trajo como consecuencia la maldición del trabajo (si lo ve en Génesis, el hombre fue maldecido con trabajar), siendo que antes todo lo recibía por administrar el huerto.
Así nos sucede a nosotros, todo lo que debemos de hacer es enfocarnos en conocer la palabra de Dios para poder conocer a Dios, de manera que aprendamos a entender sus intereses y de esa manera cumplir con nuestro papel aquí en la tierra, y teniendo un entendimiento de lo espiritual, lo terrenal nos debe de venir como consecuencia, de hecho me emociona cuando la Biblia promete que el bien, el favor de Dios y su amor inagotable nos van a perseguir según declara el Salmo 23:6, y esto viene de labios de un experto, de David quien tenía un corazón conforme al de Dios, es decir, quien tenía los ojos puestos en el huerto y no en el árbol que le había sido prohibido, ciertamente se equivocó en el camino, pero nunca quitó los ojos del objetivo que le había sido dado.
Si usted ahora se está preguntando cual es el huerto en el cual debe de poner los ojos, la respuesta es sencilla sólo tiene que hacer literalmente lo que Yeshúa (Jesús) nos dejó como encomienda en Marcos 16:15-18, pero literalmente, entendiendo por evangelio ó buenas nuevas la vida de Yeshúa (Jesús) mismo y perseverando en cada una de sus enseñanzas, otra porción que puede tomar como ejemplo del huerto es Juan 14:12, donde el reto es superar la obras de Yeshúa (Jesús) y amar al mundo como Él lo ama, no es difícil, pero parece imposible para aquellos que se aferran a no dejar de mirar fijamente el árbol prohibido, en vez de observar el huerto lleno de posibilidades que Dios nos da.