Una de las cosas que dejamos de lado en muchas ocasiones cuando oramos, es que Dios es soberano, es decir, sabe más, puede más y entiende más que nosotros, sin embargo pareciera que cuando oramos, lejos de escucharle, nos dedicamos a pedirle y no solo eso, sino a darle instrucciones del como tiene que hacer aquello que le estamos pidiendo, le ha sucedido?
Por alguna razón nos hemos casado con el como, pasamos largo tiempo fantaseando con las maneras en las que habrá de suceder aquello que pedimos y ante la imposibilidad de que se haga, empezamos en ver el modo en el que pudiera suceder, como si con ello pudiéramos facilitarle a Dios las cosas.
Cuando leemos la Biblia, nos damos cuenta de que Dios no es un Dios de “como” sino es un Dios de “qué”, es decir, Dios no nos habla de las cosas que quiere hacer en nosotros y nos habla de las condiciones de cada una de las promesas que tiene para nosotros, pero nunca nos habla de cómo es que habrá de hacer algo ni los medios que usará, por tanto al estar afanados en los “como”, corremos el riesgo de perdernos los “qué”
La cita de hoy se escenifica en medio de historia de “como’s”, había un estanque llamado Bethesda que estaba rodeado de gente enferma, pues de tiempo en tiempo bajaba un ángel, agitaba las aguas y la primer persona en entrar al agua era sanada sin importar la raíz ó lo complejo de su enfermedad.
Junto a este estanque estaba un hombre que tenía 38 años enfermo, estaba paralítico y sufría por el hecho de que no había quien le levantara y le llevara al estanque cuando el ángel venía y agitaba las aguas, por tal solo seguía ahí con la esperanza de que algún día sucediera algo a su favor.
Al escuchar esto, Yeshúa (Jesús) decidió acercarse al hombre y le preguntó si estaba internado en sanar, a lo que el hombre respondió que no había quien lo llevara al estanque cuando el ángel viniera, en pocas palabras el hombre se había desahuciado a sí mismo, pues la única alternativa que conocía a su condición era que alguien lo llevara al estanque y no se daba cuenta que Dios mismo había venido a él a ofrecerle la sanidad, sin la necesidad de pasar la condición del estanque!
No se ha puesto a pensar que en muchas ocasiones usted y yo pudiéramos estar tan casados con el cómo que nos hemos perdido del qué?, cuantas veces hemos podido estar en presencia de Dios mismo y le hemos rechazado por nuestra necedad del cómo y que pareciera que Él no reúne los requisitos que hemos establecido para considerar aquello que esperamos como un milagro?
Piense esto, Dios dio a Moisés una ley para que el hombre la cumpliera, Yeshúa (Jesús) vino a cumplir esta ley y nos evitó el tener que hacer sacrificios para poder ser perdonados y tener acceso a Dios y a sus beneficios, pero pareciera que insistimos en hacer las cosas del modo difícil y no vamos a recibir bendición a menos que sea a nuestro modo y a nuestro entendimiento en vez de aprovechar la misericordia y la gracia que Dios nos ofrece por medio de la cruz.
El detalle es que insistimos en no conocer a Dios, hemos rechazado la Biblia como una herramienta indispensable para nuestro ejercicio de fe y creemos que nuestros sentimientos y nuestras ideas nos llevarán a un mejor lugar, siendo que la mejor alternativa es y siempre será un encuentro con Yeshúa (Jesús) cara a cara así como le sucedió al hombre del relato.
La Biblia nos habla de los “qué” que Dios tiene para nosotros, entre más los conozcamos, menos afanados estaremos, pues sabremos perfectamente qué es lo que nos depara y sabremos esperar, pues también tendremos conciencia de cada una de las condiciones de las promesas que Dios nos da, no como requisito, sino como preparación para recibir adecuadamente lo que tiene para nosotros y le podamos dar gloria por medio de ello.