Últimamente he escuchado esa frase de “las cosas ya no son como antes”, lo irónico es que lo escucho entre la gente de mi generación y me hace sentir viejo, sin embargo no puedo negar que muchas cosas han cambiado radicalmente y que lo que antes entendíamos como normal y como parte de nuestra educación, el día de hoy ya no es siquiera considerado, antes hablábamos de usted a los mayores y a los desconocidos, hoy es algo que ni siquiera se considera y hay muchas cosas relacionadas con la educación y el respeto que no trascendieron de nuestra generación a las nuevas generaciones, pero es no es solo entre las personas, es algo que sucede en nuestra relación con Dios también.
Nos encontramos en la época del “yo” todo se trata de nosotros, cómo nos sentimos, cómo nos gustan las cosas, cómo nuestro entorno nos hace sentir y cómo nos ven los demás, es decir, todo lo vemos desde nuestro flanco y nuestras emociones, ya ni siquiera desde lo correcto y quiero entender que las redes sociales tienen mucho que ver de eso, pues he aprendido que nuestros muros son como nuestro altar personal donde nos rendimos culto a nosotros mismos todo el tiempo y les permitimos a los demás que ratifiquen lo que nosotros decimos acerca de nosotros mismos.
Esto que le digo, no es malo, sin embargo tampoco es bueno, pues dentro de esa labor que hacemos a diario, hemos involucrado a Dios, del cual hemos hecho un “dioscito” el cual lejos de recibir honra nuestra, se ha convertido en nuestro sirviente (según nuestra actitud) y nuestro toma pedidos, hemos dejado la oración de lado y nos dedicamos a pedirle, de hecho hemos hecho de la oración una fórmula para recibir lo que queremos y hemos dejado de lado la identidad de Dios la cual contiene su majestad y repito la honra que debemos darle.
Cuando hablo de honra, hablo en todo el sentido de la palabra, honrar tiene que ver con el conocer a alguien a fondo y hablar de sus atributos, honra tiene que ver con el dar y el reconocer a ese alguien a quien honramos a causa de la posición que ocupa en nuestras vidas.
Piense esto, la Biblia nos dice en repetidas ocasiones que no habremos de presentarnos delante de Dios con las manos vacías (Éxodo 23:15 por ejemplo), de modo que si queremos llegar a la presencia de Dios y tener acceso delante de Él, debemos de llevar ofrendas de alabanza y honra, cuando menos, y luego entender su majestad y estar dispuestos a que nos hable y con ello transforme quienes somos, pero lejos de ello, tomamos cualquier momento, apretamos los ojos y cualquier otra parte de nuestro cuerpo y nos soltamos hablando como locos (la mayor parte de las ocasiones en nuestro pensamiento) y le pedimos como si tuviera la obligación de darnos, solo porque nos dio la gana pararnos delante de Él.
Dios nos hizo a su imagen y semejanza, semejanza significa con la capacidad de expresar su naturaleza, es decir, nosotros podemos hacer las cosas que Dios hace, siempre y cuando tengamos la misma intención que Dios tiene y esa, está muy clara en la Biblia, es decir, es justo al revés de cuando decimos “hágase tu voluntad” pensando que su voluntad en realidad es nuestro anhelo y nuestro deseo, hágase tu voluntad tiene que ver con el hecho de conocer a Dios, pensar en sus prioridades y actuar en consecuencia.
Me encanta la cita de hoy, Dios nos promete que Él honrará a quienes lo honran, es decir, Dios dará a quienes le dan, bendecirá (bendición viene de bien-decir, es hablará a favor de) a quienes lo bendicen y dará buena fama a quienes pongan su nombre en alto.
Por tanto, podemos entender que algo hemos estado haciendo mal, qué no?, hemos dejado de lado la honra a Dios y le hemos pretendido rebajar a nuestro nivel, lejos de crecer al suyo!, como le decía al principio de estas líneas, las cosas ya no son como antes, pero sabe, en el Reino de los Cielos, las cosas no cambian, la Biblia nos promete que Dios fue, es y siempre seguirá siendo el mismo, por tanto espera siempre lo mismo de nosotros y su efecto en nosotros será siempre igual, porque la perfección no cambia ni se altera y la Biblia nos promete que habremos de ser perfeccionados hasta llegar a la estatura de Cristo, es decir, de regreso a su imagen y semejanza.
Por tanto, es mi intención el invitarle a 2 cosas, primeramente a que conozca a Dios por medio de su palabra, la Biblia no está ahí para responder a sus preguntas caprichosas, la Biblia está ahí para que usted pueda conocer a Dios, y cuando lo haga, pueda hablar temas realmente relevantes y realmente interesantes con Él, lejos de sólo vanalidades y caprichos y será entonces cuando la gloria de Dios será desatada en usted y entenderá porqué las cosas por las que regularmente ora, son llamadas “añadidura” en la Biblia, sólo tiene que reorganizar sus prioridades y empezar a honrar a Dios.