A veces pareciera que soy insistente en el tema, pero es importante el dejar claro como es que funcionan las cosas, para que las personas puedan adecuadamente recibir el favor de Dios, pero sobre todo tener una clara y constante relación con Dios, sin esas dudas que constantemente las asaltan ó ese remordimiento de no ser lo suficientemente buenos como para “merecer” algo de parte de Él.
Existen 2 grandes mitos acerca de la fe, y tienen que ver con cosas que nosotros nos imaginamos, más allá de lo que Dios verdaderamente es y tiene un efecto en nuestra oración y los resultados del tiempo que decimos pasar en “intimidad” con Él.
Muchas personas andan por ahí buscando la fórmula secreta de como “orar” adecuadamente, para que Dios responda sus peticiones, pero el detalle es que no es orar lo que hacen sino pedir, ya que orar tiene que ver con el hecho de tener una conversación real con Dios, en donde haya un diálogo y no solo un monólogo, y ahí es a donde a muchos se les complica el asunto pues no se imaginan de qué les podría hablar Dios y es aquí donde empiezo con los 2 famosos mitos.
Primero, las personas creen que Dios hace cosas buenas porque nos ama, pero sabe, creo que Dios ya lo hizo todo, dio su vida por nosotros, entonces, qué más podría hacer por nosotros como señal de su amor?, lo que si, es que además de amarnos y dar su vida por nosotros, nos dejó su Espíritu Santo, el cual nos llena de poder y de dones espirituales, con los cuales seremos nosotros los que haremos y con ello extenderemos su Reino, somos nosotros los que actuamos ahora y con ello damos gloria a Dios, el problema es que queremos nosotros que Él actúe y seamos nosotros quienes nos llevemos la gloria, por así decirlo, justo al revés.
Segundo, las personas se perciben a sí mismas como ajenas a Dios, y creen que lo que les dará es un milagro, algo eventual y algo especial, siendo que Dios primeramente nos rescató por medio de Yeshúa (Jesús) y con ello nos hace nacer de nuevo (es necesario confesar a Yeshúa (Jesús) como nuestro Señor y Salvador) y nos restituye a su imagen y semejanza, pues su intención es tratarnos como sus hijos, y solo comportándonos como de casa, es que recibiremos los beneficios de la casa de Dios, la cual dicho de paso, es mucho más que un templo ó un edificio, es el grupo de personas en todo el mundo que entienden este principio, el de ser de casa.
Por tanto es ahí cuando entendemos citas como la de hoy, la cual no viene más que a confirmar las promesas que Dios hizo desde el antiguo testamento, cómo por ejemplo la que le hizo a Abraham: “haré de ti una gran nación y te daré gran fama, te bendeciré para que así seas bendición para muchos otros” (Génesis 12:2), lo nota?, Dios no solo quería bendecirle para que fuera feliz y estuviera contento, la intención iba mucho, pero mucho más allá, era hacerle grande y de gran fama y entonces, tendría la misma capacidad de Dios, la de ser bendición para otros, acaso no fue exactamente eso mismo lo que sucedió con Yeshúa (Jesús) y lo que hizo y enseñó en su paso entre nosotros?
Es por eso que aun el trabajar, el ir a la escuela, nuestra participación en eventos sociales tiene que ser con la consciencia de que somos representantes de Dios, nuestra conducta será siempre tan intachable como la de Dios y tenemos que estar preparados para siempre ser de bendición para otros, de modo que la promesa de Dios se cumpla y el bien y el favor de Dios nos persigan (Salmos 23:6) en vez de que andemos correteando señales y bendiciones ó bien andemos tratando de hacerle manita de puerco a Dios para que nos conceda algo que de antemano sabemos que no sucederá, no lo cree?
Cuando hablamos del evangelio, hablamos de buenas nuevas, de buenas noticias, y estas son que solo por haber nacido de nuevo, podemos empezar a hacer las cosas que Yeshúa (Jesús) hizo (Juan 14:12) y que podemos arrebatar bendiciones, solo por el hecho de ser de casa y comportarnos como tal, a veces solo nos hace falta creer lo que Dios dijo y no lo que nosotros nos imaginamos…