Hay muchos pensamientos y sentimientos encontrados cuando pienso en la cita de hoy, pues es una de las citas que más deberíamos de tener presentes en nuestra vida de fe diaria, pues nos enseñaría a diferenciar entre lo que es la mano y la intervención de Dios en nuestra vida y lo que es nuestra opinión y nuestra interpretación acerca de quien es Dios en nuestra vida.
Hay personas que literalmente pasan su vida teniendo una fe conforme, es decir, todo el tiempo se conforman con lo que reciben (si es que reciben algo) y pasan dándole un toque “divino” a su bajo nivel de vida y por favor no confunda esto con un evangelio de prosperidad, para nada hablo de eso, por el contrario, hablo de como nos engañamos pensando que no recibimos más porque no hemos hecho más o peor aún, porque Dios “por algo” hace las cosas y nos tiene en esa condición.
Lo más cierto es que Dios es un caballero y no va a entrar a donde no lo inviten y a donde no le den la autoridad necesaria para hacer las cosas a su modo, Él no es nuestro saca de apuros, es nuestro Dios, y requiere que tengamos una completa y total consciencia de su majestad, de su santidad y de su poder, para poder darle ese lugar que merece y que exige y no solo la “oportunidad” de participar en nuestras vidas.
La Biblia nos enseña que el plan de Dios es hacernos no solo herederos, sino coherederos de su Reino junto con Yeshúa (Jesús), el otro término que la Biblia usa es ser copartícipes de su gloria, es decir que no solo recibiremos los beneficios del Reino, sino que es nuestra responsabilidad vivir de acuerdo al Reino para que este pueda ser extendido, quien opine diferente, solo tiene la característica de desconocer a Dios y de vivir bajo sus parámetros y no los de la Biblia.
Esa es la parte que me emociona del ejercicio de la fe, la Biblia insiste en que en la presencia de Dios hay plenitud de gozo, por tanto los efectos de su bendición no podrían acarrear tristeza de ninguna manera, por tal un ‘Dios por algo hace las cosas” no aplica en ninguno de los casos donde tenemos la certeza de su intervención, solo la incertidumbre de si fue Él u otro quien intervino ante los resultados adversos.
Ahora bien, si lo nota, la cita de hoy tiene un término interesante, dice que la bendición de Yahvé enriquece y no habla de riqueza monetaria, sino de riqueza total, en donde lo más probable es que la abundancia financiera sea un resultado de la bendición, pero esta viene acompañada de la riqueza de la voz de Dios que junto con el beneficio nos provee con la sabiduría de entender las cosas como Dios las entiende y el amor para no guardarlo solo para nosotros, sino poderlo llevar al siguiente nivel y no compartirlo, sino reproducirlo para otros para que sean beneficiados de aquello a lo que hemos sido expuestos (nota que no dije recibimos, sino hemos sido expuestos, pues aquel que se adueña de algo que viene de Dios, deja de cumplir con el propósito de la dádiva de Dios).
Es por eso que debemos de ser cuidadosos al orar, no es lo mismo que oremos por recibir algo, a que oremos por estar constantemente expuestos a la bendición, el que recibe lo hace en una ocasión, el que está expuesto conoce al proveedor y sabe que es más importante el proveedor que lo que pudiera recibir de Él, pues Él es la fuente de todo aquello que necesita y más y todo lo que necesita para provocarlo es escuchar su voz (la de Dios), cosa que pocos aspiran a hacer.
La bendición de Dios es su voz funcionando de manera activa, no a nuestro favor, sino a favor del Reino haciéndonos partícipes de el, para que vivamos en el y lo llevemos a todo lugar y persona, para que Dios sea glorificado en gozo y no en conformidad.
Le invito a que medite en la cita de hoy, piense cuantas veces se ha conformado con algo que parecía bendición, pero en realidad no lo era y cuantas oportunidades tuvo de funcionar de acuerdo al Reino y no lo hizo, pero no lo haga para sentirse mal, sino para convencerse de que no dejará que ninguna bendición le pase de largo y será siempre el vivo ejemplo del efecto de Dios de manera que muchos le conozcan y le glorifiquen.