El porqué la fe de muchas personas titubea o flaquea es por el simple hecho de que la fe de las personas no tiene un fundamento, es decir, las personas quieren y esperan cosas de Dios, pero en realidad no saben si Dios quiere e incluso puede esas mismas cosas o si esto que anhelan o piden tiene una congruencia con aquello que hay en el corazón de Dios.
Es justo por eso que Dios nos dejó su palabra, para que con ella podamos crear un territorio de verdades (no realidades) en las cuales fundamentar el territorio de nuestra fe, es decir, para que tengamos una base de cosas que simplemente sepamos, que nos consten y que no se moverán ni en nuestro corazón ni en nuestra mente, de manera que al creerlas podamos vivir de acuerdo a ellas.
Es por eso que la Biblia nos dice que por la fe andamos y no por vista, una vez que creemos algo y estamos seguros de ello, podemos caminar sobre ello, de lo contrario solo caminaremos en la oscuridad y en la incertidumbre, que es algo a lo que desafortunadamente se han habituado.
Si lo vemos a lo largo y ancho de la Biblia, es justo así como lo planeó Dios, Él es alguien totalmente territorial y pretende extenderse todo el tiempo y espera de nosotros que lo hagamos de la misma manera, pero si nos comportamos como inquilinos que solo pretendemos vivir temporalmente en un territorio que no es nuestro, cómo es que esperamos que Dios nos bendiga, si lo que Él hace es permanente y eterno y no temporal y efímero como luego pretendemos.
Es por eso que las peticiones que contienen frases como “sólo por esta ocasión” ó que comienzan con palabras como “dioscito”, no tienen un efecto, pues no reflejan el carácter de Dios y no tienen el fundamento para establecer en ellas una bendición que tenga el carácter de Dios o que refleje la identidad celestial que Él espera que tengamos para gobernar la tierra para Él.
La cita de hoy es una de las oraciones más poderosas que existen, de hecho es una oración que si la entendemos a detalle, es impresionante, pues Jabes su autor tiene una identidad sumamente afirmada en la palabra de Dios y en su semejanza al Creador, y si lo nota, empieza de la manera adecuada, primero dice “si me bendijeras”, es decir, si tu hablases de mi, antes de yo poner mi petición delante de ti y luego dice “si ensancharas mi territorio”, es decir, no quiero cosas nuevas, quiero cosas congruentes que hagan sentido con el plan y las cosas que has venido trabajando en mi, quiero cosas que sumen y que multipliquen, que agreguen y que hagan ver que tu no eres un improvisado y que verdaderamente soy tu hijo.
Cada vez que pedimos cosas pequeñas y efímeras es como si nos traicionáramos a nosotros mismos, pues perdemos la visión de lo que Dios ha hablado a nuestras vidas y es como si caminaremos en la oscuridad, sin un rumbo y sin un plan, es como si simplemente dejáramos que la Dios decidiera sobre nosotros sin vernos como parte de su plan y como parte extendida de su voluntad, como si Él fuera voluble y voluntarioso y como si su opinión cambiara constantemente, así de simple, pero nos es necesario el perseverar en las cosas que sabemos de Él (su palabra) y perseverar en su profecía, para que nuestra fe se mantenga viva y activa y para que nuestro territorio y nuestra área de influencia se extiendan, para que caminemos en cada ocasión de manera más firme y con un paso más veloz, de modo que nada nos detenga y seamos cada día más a su imagen y a su semejanza de manera práctica y activa.
Por tanto, si usted quiere crecer en su fe, tiene que empezar por medir su territorio, saber que tanto sabe de la palabra y cuanto cree en ella, para que de esa manera pueda ver y saber cuantas cosas no son motivo de petición, es decir, ya no las tiene que pedir a Dios, sino simplemente tiene que creerlas, pues ya fueron dichas por Él y por tanto tienen una garantía, de ese modo afirmará su fe y empezará a caminar por ella y dejará de andar buscando en qué creer y dejará de andar buscando a quien seguir, ya que solo importa lo que sabe de Dios.