Todos tenemos una consciencia de que debemos hacer más por nuestra relación con Dios y que debemos de dedicarle más tiempo, pero pocos saben en realidad cómo hacerlo y cómo cambiar sus hábitos cotidianos por costumbres cristianas (es decir de Cristo) y es sencillo de entender, simplemente Dios no es parte de su agenda.
Hace años aprendí con fascinación a usar el método Franklin Covey quien me acostumbró a nunca salir a la calle sin mi agenda en la mano, cosa que hago hasta el día de hoy (aunque ahora mi agenda está en mi teléfono móvil) y me enseñó la diferencia entre el uso de mi agenda y mi lista de cosas por hacer.
En mi lista de cosas por hacer, pongo precisamente esas cosas que no puedo dejar de hacer mientras en mi agenda lleno mis compromisos y aquellas cosas que me llevan a ser una persona organizada, es decir, cosas que tienen que ver con mi carácter y que son parte de mi personalidad, piénselo de esta manera:
Hay cosas como “recoger la ropa de la tintorería”, es algo que no puedo dejar de hacer, pero no es importante cuando lo haga, el hecho es que lo haga, pero algo como “cita con Pedro para comer”, implica de mi organización y de mi disposición para hacer cosas con un tiempo y un propósito específicos, ya que no es bien visto que llegue tarde o que no esté realmente disponible para enfocar toda mi atención en mi interlocutor, no lo cree?
De la misma manera nos sucede con Dios, cuando pensamos en las cosas que debemos de hacer para mejorar nuestra relación con Dios, solemos pensar en las cosas que no hacemos en vez de pensar en lo que queremos convertirnos al hacer esas cosas y nos llenamos de culpa y luego, pensamos en imitar a otros ó hacer esas cosas que “nos dijeron” que debíamos de hacer y llenamos nuestra lista de cosas “por hacer” (ToDo list) y aunque empezamos bien, dejamos de hacerlas porque parecieran no funcionar ó no les encontramos sentido.
Nota la diferencia?, a veces tenemos la idea de que porque no vemos a Dios, podemos quedarle mal o podemos hacernos de la vista gorda con sus asuntos que están en nuestras listas de cosas por hacer, pero en realidad Dios no forma parte de nuestra agenda, ya que tenemos la falsa idea de que tener hábitos cristianos lograrán que Dios nos dé cosas y no es así.
Primeramente debemos de tener bien clara la diferencia entre un hábito y una costumbre, ya que un hábito es un acto instintivo, mientras una costumbre es un acto que le da identidad a un pueblo o a una persona, ya que es un acto 100% racional, cuando hablamos de los asuntos de Dios, no nos interesa tener hábitos sino costumbres.
Una vez teniendo esto bien claro, necesitamos de llevar a Dios a nuestra agenda, es decir, no tenemos que hacer cosas que nos acerquen a Él, sino tenemos que agendar cosas que nos lleven a ser transformados, es decir con un propósito, ó en otras palabras con un objetivo, debemos de agendar cosas que nos lleven a ser más como Él y menos como nosotros, de manera que el hacer esas cosas que nos agendamos, se puedan medir y tener un avance, es entonces cuando las cosas de Dios se vuelven importantes y tienen un lugar en nuestra agenda.
El solo hacer cosas por hacerlas o porque nos dijeron no tiene ningún sentido en lo absoluto, pero hacer las cosas porque sabemos que nos llevan a ser como nos instruyó Pablo el Apóstol más como Yeshúa (Jesús) llena nuestra vida de beneficios que son automáticos y que no tenemos que esforzarnos por ellos, al grado que no tienen porqué afanarnos, de manera que tengamos mas tiempo para Dios y necesitemos pasar menos tiempo pidiendo las cosas que no tenemos.
Wow! se da cuenta?, si agendamos los asuntos de Dios con una intención y con un propósito, tendremos más tiempo para Dios y necesitaremos pedirle menos!, imagine que hay personas que no visualizan el orar sin tener que pedir algo!, y es justo lo que la Biblia nos promete, el que Él sea el centro de nuestra atención y no nuestras necesidades y nuestras carencias.
Me encanta la cita de hoy, Pablo el Apóstol no tenía espacio en su agenda para ver el mal, la aflicción o las cosas que le rodeaban, estaba muy ocupado visualizando su meta, por eso destacó entre los apóstoles, pues dejó de verse a sí mismo, por poner los ojos en lo que era transformado día a día.
Mi invitación de esta mañana, es a que saque a Dios de su lista de cosas por hacer y empiece a agendar citas con Él, con un propósito, con una visión y con un objetivo, de manera que pueda caminar hacia una mejor vida y no a solo orar para pedir cosas que no sabe si serán respondidas o siquiera escuchadas.