Creo que una de las peores cosas que le puede pasar a una persona es el vivir una vida sin conocer a Dios, y aunque usted no lo crea, es mucho más común de lo que se imagina.
Nunca se ha puesto usted a pensar cuantas veces al día escucha usted a las personas alrededor de usted o a usted mismo decir «si Dios quiere» ó «con el favor de Dios» y no es porque esté mal el usar estas frases, por favor no me mal entienda, sino que lo digo porque normalmente se usan con la incertidumbre de lo que Dios va a hacer o si siquiera es parte de su voluntad lo que estamos haciendo o hablando.
Es curioso, las mismas personas que usan estas frases con frecuencia, son aquellas que asumen que tienen una buena y cercana relación con Dios y obvio, no es mi papel el cuestionar o poner en tela de juicio esto, sino me hace pensar que a veces solemos tener la idea de tener una relación con un Dios al que no conocemos y al que pocas veces hemos escuchado.
Vivir una vida en Cristo es vivir una vida llena de certezas y no una vida de dudas e incertidumbres, es por eso que Dios a lo largo de la Biblia relata el como llenó la vida de los hombres y mujeres que en ella están descrita de visiones, sueños y profecía, es decir, Dios les hablaba constantemente y les daba rumbo para que caminaran firmes y sin dudar.
Es curioso, la Biblia dice una y otra vez «si escuchares mi voz y obedecieres mis mandamientos» y posterior a eso hay toda una serie de promesas y garantías que se tratan precisamente de nuestra vida cotidiana, de las cosas por las que normalmente batallamos y de aquellas que por lo que generalmente usamos las frases «si Dios quiere» y «con el favor de Dios».
Moisés entendía esto, sabía que aquel que caminaba con Dios no solamente tenía certeza en su vida, sino se diferenciaba de los demás, por tanto no se podía dar el lujo de no tener la presencia y la voz de Dios en medio de ellos, el puro hecho de pensar en ello le aterraba, por eso clamó así como lo describe la cita de hoy, lo nota?, me pone la piel de gallina el pensar la intensidad de su expresión al decir «como se sabrá que me miras con agrado?».
Las personas suelen medir su relación con Dios por medio de las cosas «buenas» que les pasan, pero esto puede ser intermitente, Dios no nos promete cosas buenas, sino una vida a la cual muchos llamamos de Reino, ya que es una vida diferenciada de los demás, en el caso de los Israelitas, esta vida de Reino era manifestada por una columna de humo de día y una columna de fuego de noche que acompañaba al pueblo de Dios, hoy en día es distinto, el favor y la protección de Dios deben de estar con nosotros, pero al igual que el pueblo era bendecido con el maná que caía del cielo, nosotros Salmo 23:6.
Por tanto cuando aseguramos el pasar tiempo en intimidad con Dios y el escuchar su voz, empezamos a darnos cuenta que realmente no tenemos que esforzarnos por aquello que anhelamos, es más, pedir se convierte en algo secundario, ya que las garantías del Reino de los Cielos se hacen tangibles en nuestra vida y el bien y el favor de Dios nos persiguen a cada momento, es más sencillo confiar en eso que pensar en un «si Dios quiere», no lo cree?
Conocer a Dios es conocer su carácter y saber las cosas que si hará y las que no y el entender las cosas que le agradan y no para hacerlas como intercambio o como sacrificio, sino para adoptar su estilo de vida en el nuestro, para vivir de acuerdo a nuestra naturaleza, que es la abundancia, la certeza y la confianza.