Muchas personas tienen la errónea idea de que acercarse a Dios es una de las peores cosas que pueden hacer, ya que las personas “religiosas» como las llaman, llevan las vidas mas aburridas que puede haber y se la pasan solo juzgando a las demás personas y sabe, esto en parte es cierto.
Muchas personas se acercan a Dios y se dan cuenta de la manera equivocada en la que vivían y empiezan por dejar de hacer cosas que nadie les prohibió, hacen alarde de ello y pretenden que los demás vivan bajo ese mismo estándar para que todos sean “santos”.
Como siempre el detalle está en la ignorancia de muchos, ya que en ninguna parte de la Biblia nos dice que dejemos de hacer x ó y cosa, nos previene de pecar y nos promete un espíritu de dominio propio para que vivamos adecuadamente y siempre firmes.
Otra de las cosas que no hacen muchas personas es usar su diccionario, creo que muchas personas tienen la idea de que es el libro más pasado de moda que existe y todo mundo quiere hacer que palabras similares signifiquen lo mismo siendo que es precisamente porque no significan lo mismo que son palabras distintas.
Se lo digo porque hoy en día palabras como santidad se han convertido en sinónimos de términos como recatado, aburrido, juicioso, religioso y no sé cuantas más, siendo que tiene un significado muy particular que lejos de limitarnos, nos da la libertad de actuar y de ir a todo lugar con un propósito (no se preocupe, el propósito no es el de andarle hablando a toda la gente de Jesús en todos lados).
Aquellas personas que deciden dejar de hacer x ó y asuntos por el hecho de haberse acercado a Dios, se vuelven juiciosos y metiches por el simple hecho de que tienen demasiado tiempo libre y de que en realidad no están convencidas de lo que hacen, sus mentes están cautivas en el pecado y piensan todo el tiempo en él y se la pasan observando a quienes viven libremente, por ello son de esa manera.
Muchas veces estas personas actúan de esa manera para agradar al resto de las personas de su iglesia en vez pensar en Yeshúa (Jesús), ya que el escuchar la voz de Dios ni siquiera está en sus agendas, ya alguien más les dijo que estaban bien.
Es un hecho que cuando hacemos de Yeshúa (Jesús) el Señor y Salvador de nuestras vidas, nuestra vida cambia, y nuestra manera de vivir también, pero sabe, no en las cosas pequeñas y ridículas, sino en las cosas grandes y fundamentales, empezando por nuestra manera de ver las cosas.
Piénselo de esta manera, lo primero que sucede cuando le entregamos a Yeshúa (Jesús) nuestra vida, es que Él perdona nuestro pecado y borra nuestro pasado, por tanto, con tal efecto en nuestra vida, no nos queda de otra mas que ver hacia adelante todo el tiempo, pero pocos entienden eso, por eso es que se “convierten” (a veces me pregunto en qué es lo que se convierten según ellos) y se la viven pensando en su pasado y juzgando a los demás e imponiéndoles yugos por aquello que extrañan y anhelan.
Dios no tiene porqué convencer a nadie de lo que es bueno o de lo que es malo, ese es un pensamiento equivocado, completamente erróneo, es más me podría atrever a decir que antibíblico, ya que su palabra es verdad y esta nos da libertad, es absoluta y no tiene necesidad de convencer a nadie, simplemente es y quien decide creerla y adoptarla como una forma de vida, tendrá una vida de Reino y quien no, pues simplemente no.
Por tal, si la palabra de Dios es verdad y la verdad nos da libertad, nada en nuestra vida en Cristo tiene porqué limitarnos o cuartarnos, por el contrario, nos lleva a todo lugar con una identidad renovada la cual no es afectada por el entorno.
Es aquí donde retomamos el concepto de la santidad, santidad significa “apartado”, pero no apartado de las personas, ni apartado de las cosas buenas, Dios nos envió a impactar al mundo, no a huir de el, por tanto santidad es mucho mas profundo que no hacer cosas malas y hacer cosas “buenas”, santidad es el mantenernos primeramente conectados con ese Dios que es omnipresente y no requiere de ritos especiales para hablarnos ni llenarnos de su favor, segundo transformar nuestra manera de pensar a la manera de Él, pero esto por medio del conocimiento de su palabra, tercero actuar siempre pensando en el futuro y jamás en el pasado y cuarto actuar y pesar siempre en términos del amor (es decir en términos y a favor de los demás), de modo que podamos ir a todo lugar, ser parte de todo tipo de reuniones y nunca perder nuestra identidad, ser de y para Cristo todo el tiempo y saber siempre quienes somos y para qué estamos en cualquier lugar.
Si vivimos de esta manera, no nos va a ser necesario el hablarles a las personas de Yeshúa (Jesús), ni decirles que están mal, por el contrario, serán las personas que ven a Yeshúa (Jesús) en nosotros y nos pidan que les platiquemos acerca de aquel que nos ha transformado, pues anhelan vivir de la misma manera.