Hace semanas que medito en el hecho de orar en voz alta, no porque sea mejor, ni porque Dios haya dicho que así deba de ser, sino por el hecho de que fomenta nuestra fe y nuestro entendimiento de lo que hablamos, en ocasiones nos es necesario escuchar lo que sale de nuestras bocas para poder darnos cuenta de porqué nuestras oraciones no son respondidas, simplemente porque a veces lo que oramos no hace sentido alguno, no es congruente o simplemente es completamente contrario a la palabra de Dios.

A veces pedimos cosas a Dios de las que no estamos del todo seguros que significan y con esto me refiero a cosas tan sencillas como el famoso “Padre Nuestro”, el cual es un método de orar que tiene frases altamente trascendentes que en ocasiones ignoramos.

Cuantas veces no hemos dicho “venga a nosotros tu Reino” y es justo en esa parte donde pretendemos que el Reino de Dios sea equivalente a la necesidad con la que nos presentamos en ese justo momento, pero perdemos de vista lo eterno y lo permanente del Reino de Dios, es decir, lo que es Dios no se adapta a nuestras necesidades, mas bien, nuestras necesidades dejan de ser cuando nos aproximamos al Reino.

Ahora bien, es por eso que nos es tan necesario el conocer la Biblia, para que nos demos cuenta que todo esta explicado ahí, y para muestra la cita de hoy, cuando entendamos que el Reino de Dios no es algo físico y que ni aún el alimento diario obtendremos de ahí, dejaremos de invocar el dichoso Reino con la intención de recibir cosas materiales.

El Reino de Dios es justicia (el cumplimiento de la palabra de Dios), paz (el control de Dios en nuestros asuntos y nuestra confianza depositada en Él) y gozo (la actitud del Reino, ya que ahí habita Dios).

Es por eso que es sano escuchar nuestra propia oración, para que no dejemos de entender aquello que hablamos y nos comuniquemos con Dios de manera efectiva y de la misma manera recibamos aquello que pedimos.

Si lo entendemos bien, llegará el día que dejemos de pedir y empecemos simplemente a actuar de acuerdo al Reino de Dios y entenderemos que las cosas que necesitamos e incluso las que querramos llegarán solas de acuerdo a la promesa de Dios, es decir, es ahí donde se cumplirá aquello que muchos dicen de que si nos ocupamos de las cosas de Dios, Él se ocupará de las nuestras, pero no es un intercambio, es una cuestión de identidad y de actitud, cuando nos entendamos como parte del Reino, funcionaremos en el, y cuanto nos comportemos como lo requiere el Reino, es cuando dejaremos de pedir cosas pequeñas que solo son para nosotros y velaremos por el Reino como Dios nos lo ha encomendado, como ve?

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