Una de las tradiciones mas arraigadas que existen es el hacer propósitos de año nuevo, es decir, es el tiempo donde planeamos hacer aquellas cosas que nos persiguieron el año pasado y sabemos que tenemos que hacer, pero que por alguna razón, no lo gramos concretar, tales como ponernos a dieta, bajar de peso, hacer ejercicio y muy comúnmente, el mejorar nuestra relación con Dios, le ha sucedido?
El detalle está en que esta tradición tiene una caducidad muy corta, es decir, en corto tiempo nos desanimamos y muchos de nuestros propósitos no duran un mes siquiera, o al los dos meses cuando mucho ya los dejamos de lado y empezamos a experimentar los famosos remordimientos y la culpabilidad, hasta que estos desaparecen por si solos y postergamos el mismo sentimiento y pensamiento hasta el año entrante y repetimos el ciclo recurrentemente.
Una de las razones por las que hacemos esto, es porque muchas veces no tenemos fundamentos para entender porque dejamos de hacer lo que hacíamos, cómo es que llegamos a donde estamos y porqué necesitamos hacer las cosas.
Es decir, si entendiéramos nuestro cuerpo, y supiéramos como funciona, le aseguro que no cometeríamos tantos errores con respecto a nuestra alimentación y al poco ejercicio que hacemos, ya que constantemente comemos “bien” y hacemos ejercicio porque debemos, no porque nos guste y no porque sepamos exactamente en qué es lo que nos beneficia que lo hagamos, por tal nos es tan fácil dejarlo de hacer y acumularlo en nuestros culposos propósitos de año nuevo.
La tercer característica de una persona que vive en gobierno de acuerdo a los asuntos de Dios que se describen en la cita de hoy es el tener fe y eso es algo que tiene mucho que ver con lo que le platico acerca de los propósitos de año nuevo, ya que normalmente solo tenemos fe cuando necesitamos o queremos algo y en realidad sabemos en nuestro interior que eso no es fe y que deberíamos de profundizar mas, pero no lo hacemos, por tal siempre queda en nuestra lista de propósitos de año nuevo el mejorar nuestra relación con Dios, ya que sabemos o intuimos que dentro de ese “mejorar”, encontraremos lo que es la famosa fe.
La Biblia nos enseña, que la fe no es otra cosa que estar seguro de aquello que esperamos y que no vemos (Hebreos 11:1), y muchas personas entienden por esto el apretar los ojos y alguna otra parte de su cuerpo pretendiendo estar seguros de lo que quieren mas no de lo que esperan que son 2 cosas muy diferentes.
Y es justo por eso que muchos flaquean en su fe, pues no tienen un fundamento, es decir, no saben que esperar ni que es aquello que no ven en lo que tienen que creer, y por ello su fe se basa mas en sentimientos que en algo racional o algo que saben.
Lo que la cita de la carta a los Hebreos nos dice, es que debemos de esperar que la palabra se cumpla y creer en la palabra aunque no veamos claro como es que Dios hará aquello que promete, y que tomemos la Biblia como fundamento de nuestra fe.
Es así como hacen las personas que gobiernan, uno no puede gobernar sobre algo que no conoce, ni puede administrar algo que no domina, por tal, si este año ha decidido gobernar como propósito de año nuevo, tiene que empezar por empezar a familiarizarse con la Palabra y con lo que Dios le ha dejado como legado, para que pueda tener una fe fundamentada y concisa que la lleve al siguiente nivel y a crecer no tan solo en su fe, sino en gobernar como Dios nos ha enviado a gobernar.