Es interesante pensar qué es lo que busca cada persona de su relación con Dios, el promedio de las personas busca tranquilidad, aunque le llama paz, pero en realidad es solo busca el no tener problemas y que las cosas a vayan bien, de hecho esto se ha convertido en un “medidor» de la relación entre Dios y las personas, cuando las cosas están bien y hay tranquilidad pareciera significar que Dios está contento con las personas.
La realidad dista mucho de esto que muchos buscan, ciertamente la Biblia nos promete reposo, y esto está representado por la famosa tierra que fluye “leche y miel”, la combinación de la leche y la miel es un somnífero, y es a lo que podemos aspirar, pero lo tenemos que hacer en el mismo orden que Dios lo planeó.
Dios nos creó a su imagen y semejanza, y Dios es un Dios de excelencia, de esfuerzo, de poder, y requiere de nosotros que reflejemos su identidad antes de entrar en la tierra de nuestro reposo, y es justo eso lo que Jesús nos vino a dejar claro con su venida a la tierra.
Jesús nos invitó a tomar nuestra cruz y a seguirle, nos prometió que quien le siguiera sufriría persecución, nos animó a dejar todo aquello que nos hace sentir cómodos y a incluso dar todo lo que tenemos a los pobres, si lo nota, es como si Jesús conociera nuestra oración e insistiera en llevarnos la contraria, ya que normalmente cuando oramos pedimos tranquilidad, paz, dinero y cosas buenas.
Tal como sucedió al pueblo de Israel, para poder habitar en la tierra prometida, tuvieron que conquistarla, ya que la mejor tierra de la región iba a esta ocupada, eso era obvio, de la misma manera nos sucede hoy, aquello que anhelamos, es algo por lo que debemos de luchar y esforzarnos, con la diferencia de que en esta ocasión, nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino el 90% del tiempo contra nosotros mismos, hasta que nos dominemos y funcionemos igual que Jesús lo hizo.
Me fascina que Dios llamó a los hombres de la Biblia “Héroes de la fe”, es decir, reconoce el esfuerzo que cada uno tuvo que hacer ante su propia carne, incluso Sansón quien hasta el final reconoció su responsabilidad e hizo aquello para lo que fue llamado y está considerado entre este selecto grupo de héroes, a pesar de haber llevado una vida como la que usted y yo desearíamos.
Es por tal que la Biblia nos llama a ser más que vencedores, porque si decidimos vivir de acuerdo a lo que Dios nos llama, viviremos en una lucha constante, mejor dicho, viviremos constantemente celebrando victorias, ya que lo que el mundo nos pueda sugerir no nos alcanzará a tentar y cada vez venceremos obstáculos y tentaciones mas grandes, pero siempre venceremos, ya que estamos conquistando nuestra tierra prometida, que no es otra cosa que el dominio sobre nuestra propia vida y el recibir respuestas constantes a nuestra oración y las señales que la Biblia promete nos seguirán cuando caminemos victoriosos.
Por tanto, si usted se ha preguntado el porqué pareciera que Dios no responde su oración, lo primero que tiene que preguntarse es qué tipo de oración está usted haciendo, una oración temerosa y desvalida o una oración victoriosa y de conquistador?
Amen