Caminar en santidad es una de esas enigmas que experimentamos a diario, de esas dudas que raramente se aclaran en nuestra mente y en nuestro corazón y sin embargo aprendemos a convivir con ellas, a pesar de siempre tener esa sensación que dejamos algo por hacer.
Esto que le cuento se le comparto por experiencia propia, nos acostumbramos tanto a la opinión de las demás personas que llegamos al punto en donde creemos que nuestra santidad y nuestra relación con Dios es evaluada y avalada por la opinión de las demás personas, y si los demás tienen una buena opinión de nosotros, entonces “todo está bien”.
Lamentablemente para los que piensan así y afortunadamente para quienes no nos conformamos con la opinión de alguien más, la única opinión que nos debe de interesar es la de Dios, pero no solo es algo que nosotros podamos decir que esta bien o que está mal, sino que debemos de verdaderamente escuchar su voz y su opinión.
Ayer por la tarde platicaba con un par de amigos y me preguntaban “como hacer para escuchar la voz de Dios?”, a lo que respondí con otra pregunta “como hacer para no escuchar la voz de Dios?”, como usted se imaginará sus caras de asombro fueron inevitables y fue ahí donde la plática se puso buena, pues entramos en materia como Dios lo anhela.
Las personas dicen “Dios lo ve todo”, y con esto se detienen un poco de actuar como actúan, pero sabe, esto no es cierto, o bien no es del todo cierto, ya que no es que Dios lo vea todo y sea como un policía espiritual que nos castigue cuando hacemos algo mal, la verdad es que la Biblia dice que Dios está en todos lados (Salmos 139:1-18), y no está ahí para juzgarnos y castigarnos, sino está ahí para que podamos recurrir a Él en todo momento y ser usados por Él en todo momento.
En la platica que sostuve con mis amigos, tuvimos incluso que reconocer que llevábamos horas hablando de Dios como si Él no estuviera ahí, en medio de nosotros e incluso hablábamos de Él como alguien ajeno y teórico, no como el Dios vivo y omnipresente que es.
Que interesante no?, pensar que realmente no nos atrevemos a ser santos (apartados para Dios), porque no percibimos a Dios en medio de nosotros, incluso nos damos la libertad de “alejarnos” de Él cuando eso en realidad no se puede hacer!!!!!!, como se aleja uno de un Dios que está en todas partes?
Cuando aprendemos las cosas que Dios anhela que aprendamos y cuando decidimos vivir una vida basada en lo que creemos y no en lo que sentimos, nos damos cuenta que Dios está ahí para santificarnos en todo momento y que no tenemos que hacer ejercicios complicados para acercarnos a Él y para escuchar su voz, así como siempre está ahí, así nos habla en todo momento, entonces, como no escucharlo?, no?
David el Rey entendía esto, tanto que lo llevó a su práctica diaria, él sabía no solo que Dios estaba ahí y que le hablaba, sino que ni siquiera sus pensamientos le eran ocultos a Dios, por tanto se deleitaba en que Dios escudriñara en ellos y le enseñara a desechar aquello que no le convenía y le alejaba de vivir de acuerdo a como Dios anhela que lo hagamos.
Todo esto que le cuento, no es algo reservado para los “especiales”, ni para los que están “más cerca” de Dios, esto es algo que aplica para usted y para mi, cuando le demos cabida a Dios en nuestros sentimientos, en nuestros pensamientos y estemos dispuestos a que opine acerca de ellos y nuestra manera de vivir, nos será inevitable el escuchar su voz y el obedecerla incluso, de modo que como a David, todo lo que hagamos prospere, ya que lleva la voz y el poder de Dios en ello.
Como ve?, se anima?