El tener una relación con aDios siempre nos dar una ventaja a no tenerla, pero en muchas ocasiones, el entender cómo es que Dios quiere tener relaciones con nosotros, nos ayudaría mucho a dejar de sabotearnos a nosotros mismos.
Sé que el término “sabotearnos” suena fuerte, pero es cierto y muy común entre los que se llaman a sí mismos como “creyentes”, pues desde el concepto de creyentes van perdiendo al momento de orar en muchas ocasiones.
Las buenas intenciones en tono espiritual no son oraciones y mucho menos son hechas con fe, y eso es algo que solemos hacer en muchas ocasiones, sobre todo cuando oramos en voz alta, es decir, a veces solemos “orar” cosas bonitas y que suenen bien para agradar o peor aún impresionar a quienes están a nuestro alrededor, es por eso que muchas personas dicen no saber orar, pues se sienten en competencia con aquellos que oran elocuentemente, lo ha pensado?
La verdad es que no hay una manera equivocada de orar, pero si hay maneras de asegurar y mejorar la afectividad de nuestra oración, nota la diferencia?
Podemos orar de muchas maneras, pero cuando dejamos de entendernos diferentes y lejanos a Dios, es cuando nuestra oración toma sentido y empezamos a asegurar las respuestas, todo depende de lo que entendamos acerca de Dios.
Hace unos días hice un experimento en Facebook, postee una frase acerca de mi estado civil y noté como cada persona que respondía tenía una percepción diferente acerca de lo que escribí, de modo que finalicé mi posteo con “todos leen lo mismo, pero cada quien entiende lo que quiere”, eso mismo sucede con Dios y la Biblia, y sabe por qué es?, porque normalmente cada quien se proyecta a sí mismo en lo que lee y no se esfuerza por entender las cosas como el autor las entiende, todos ven las cosas desde su propio punto de vista y no desde el punto de vista de quien tuvo la intención de expresar algo.
Una de esas cosas que entendemos mal y luego afectan nuestra oración y nuestra relación con Dios, es el concepto de la eternidad, para muchos la eternidad es algo que empieza desde el momento que morimos y “vamos a la presencia de Dios” (cosa que no sucede así, la Biblia dice otra cosa), pero la eternidad ya fue, ya es y ya sigue siendo, de manera que si hacemos o pactamos algo con Dios, eso que hacemos o eso que pactamos tiene una duración eterna a partir de ese momento y no dejará de ser, de acuerdo a su carácter y nuestra semejanza con Él.
El problema radica en que normalmente no funcionamos en términos de largo plazo, y no vemos más allá de nuestras narices y del hoy, ya que tenemos los ojos tan puestos en el mundo que no nos atrevemos a dimensionar a Dios y su efecto tal como son en el Reino de los Cielos, y esto es tan simple de entender que no somos capaces siquiera de permanecer en la presencia de Dios sin salirnos y con ello nos sentimos constantemente alejados de un Dios que es omnipresente y del cual no nos podemos alejar!!
La buena noticia en medio de toda esta confusión es que Dios desde el principio lo solucionó todo, primero nos creó a su imagen y semejanza, es decir con la capacidad de hacer las cosas como Él las hace y luego envió a su Hijo, para que diera su vida por nosotros y borrara los efectos de cualquier error que cometiéramos mientras no vivíamos con la consciencia de su naturaleza en nosotros.
La cita de hoy es la confirmación de lo que le platico, la manera en la que Él ya lo planeó y ya lo decidió, ahora solo tenemos que aceptarlo de esa manera y funcionar con efectos eternos y hacer todo una sola vez y para siempre, no importa qué es aquello que hagamos, pensemos u oremos.
Es un versículo hermoso, es en relación a la vida que todos esperamos con ansia. Donde se siembre la ley en nuestro corazón y no se nos olvide ni un solo estatuto, donde también nuestra mente y corazón sean perfectos a diferencia de la imperfección de la que estamos sujetos ahora. Me gusta aún más «no me volveré de hacerles bien’ me hace sentir que habrá plena certeza que moraremos en seguridad mental, espiritual y física, amén.