Cuando hablamos del tema de Dios, nos podemos dar cuenta de que las personas tienen una relación por conveniencia con Él, ya que entienden que de la cercanía con Dios viene la bendición, ya que eso es lo que nos enseñaron, inculcaron, o nos hicieron creer.
Obviamente no puedo generalizar y asegurar que todas las personas se acercan por conveniencia, ya que muchos se sentirían ofendidos de ser señalados de esa manera, pero podemos y debemos de reconocer que de nuestro acercamiento con Él, esperamos siempre una reacción positiva a nuestro favor como señal del agrado de Dios.
El detalle está en que las personas no entienden el concepto de la bendición, muchos creen que las cosas buenas que les suceden son una bendición, pero no es así, bendición viene de bien-decir, es decir las cosas que Dios habla o ha hablado a nuestro favor, y todo lo que Dios pueda decir acerca de nosotros, ya está previamente escrito en su Biblia, por tal, por lo general solo tenemos que ir a reclamarlo.
Por tanto podemos entender que la bendición no tiene que ver con cosas que Dios haga por nosotros, sino con el conocer y escuchar la voz de Dios, para luego reclamar lo que nos corresponde.
Es entonces que podemos entender aquello de que debemos de dar fruto, la palabra de Dios es la semilla, nosotros somos la tierra, y el resultado de el encuentro de ambos es la famosa “bendición” de la que tanto se habla y que pocos logran atraer a su vida.
Muchas personas pretenden entregar las situaciones de su vida en las manos de Dios esperando que Dios haga “algo”, pero ese famoso “algo” pareciera no llegar, y luego se engañan creyendo que Dios tiene algo mejor para ellas, siendo que solamente se perdieron de la parte funcional de la bendición, donde tenemos que recurrir a la semilla de la palabra de Dios y convertirnos en esa tierra buena de la que Jesús hablaba en sus parábolas, no nos enseñaba otra cosa que el método de una vida gloriosa en todo sentido, ya que para cada situación hay una palabra que funciona como semilla.
Es por eso que es importante para nosotros entender que la oración no se trata de ir y hablar con Dios o pedirle aquello que necesitamos o queremos, se trata de escuchar la voz de Dios, para recoger semillas que sembremos en nuestro corazón que germinen y den frutos en abundancia, de acuerdo a la voz de Dios y nuestra obediencia, así de sencillo.
La Biblia nos enseña que Dios tiene pensamientos de bien para nosotros y lo único que tenemos que lograr es el hacer que esos pensamientos se conviertan en palabras de Dios a nuestros oídos, por tanto debemos de perseverar mas en escuchar la voz de Dios que en ir delante de Él a pedirle cosas que no sabemos si hará para y por nosotros.
La cercanía con Dios no provoca bendición, la cercanía con Dios provoca que escuchemos su voz y que esta sea sembrada en nosotros, de modo que demos frutos de acuerdo a su palabra que son mejores y mayores que cualquier cosa que podamos ir a pedir a la presencia de Dios.