A veces me sorprendo de lo mucho que Dios nos ama y de lo paciente que es con nosotros, como aún conociendo las verdaderas intenciones de nuestros corazones nos bendice y aguarda hasta que hagamos como Él dijo y no como nosotros pensamos.
Lo interesante del asunto es que a pesar de que vemos que nuestro modo ni siquiera funciona, intentamos una y otra vez el hacer las cosas de esa manera a pesar de que en el fondo sabemos que terminaremos haciéndolo al modo de Dios, o bien el mas triste de los escenarios, que terminaremos perdiéndonos de aquello que esperamos o por lo que oramos, ya que no queremos cambiar el modo de hacer las cosas.
Y la verdad detrás del problema es que la mayoría de las personas creen que creen en Dios, es decir, han hecho de la fe una fantasía y por ponerle un nombre, han creado su propia religión, en la cual Dios se adapta a las personas y no las personas se adaptan a Dios.
En ese peligroso y lamentable ejercicio, las personas toman lo poco que han escuchado de la Biblia (en vez de leerla) y deciden que esa es una verdad (lo cual es cierto) y deciden vivir por ella, y ni siquiera vivir por ella, sino deciden que esa verdad les aplique solucione su problema o mejore su situación, sin saber de qué se trata o que alcance tiene.
Una de esas famosas verdades a medias con las que las personas se consuelan es la famosa cita de «donde 2 más personas se congregan en mi nombre, ahí estoy yo», las personas creen que por el motivo de que hay 2 personas Dios tiene la obligación de responder a su llamado, cuando primeramente ignoran la condición que dice «en su nombre», es decir con la intención de agradar y de obedecer a Dios y no de tomarle como toma pedidos o tratar de convencerlo de que haga cierta cosa y segundo, la mayoría de las personas que usa esta frase no conoce el contexto en el que está escrita la famosa frase.
Note como la cita de hoy nos revela que justo un versículo antes, la cita recibe una condición para que el hecho de que Dios responda a nuestro llamado y esa condición tiene que ver con nuestra identidad.
Vea como dice «si 2 no se pusieren de acuerdo» y no se refiere solo al hecho de ponerse de acuerdo para orar, sino para vivir, es decir, que ambas personas deben de tener la misma personalidad, deben de tener la misma intención y entender lo mismo acerca de Dios, en otras palabras, caminar bajo el mismo yugo.
Y con esto no me refiero a que estas 2 personas tengan la misma religión, nada de eso que luego las personas se inventan, me refiero al hecho de que las 2 personas estén conscientes de que Dios es el importante en medio de la oración y no la petición que se lleva delante de Dios, he visto como muchas personas oran descaradamente tratando a Dios como un igual e incluso como un siervo, poniendo como centro de su oración aquella necesidad o petición que tiene y no el agradar y reflejar a Dios.
Y con esto no le quiero hacer sentir mal, por el contrario, le quiero animar a que busque personas que tengan su misma naturaleza y que tengan como prioridad a Dios, personas que no solo hablen del Reino, sino que vivan en el, para que usted aprenda de ellas y pueda luego desde la misma dimensión de estas personas, orar junto con ellas y experimentar esa fidelidad de Dios a palabras y promesas como la de hoy.
Hay quienes creen que tener una relación con Dios es algo difícil y condicionante, y desde afuera puede parecer así, pero sucede que esta apariencia tiene que ver con el desconocimiento de quien es Dios y el estar siempre concentrados en nuestra carne y nuestras necesidades y no en Él.
Le animo a que medite en la cita de hoy, por favor no vea esta palabra como algo excluyente, sino como una oportunidad de crecer y dejar de creer en que cree en Dios y tener una relación viva, tangible y evidente con el Dios vivo.