Imagine usted que está armando un rompecabezas y tiene muchas piezas pequeñas, pero otras no tanto, lo interesante es el ver y el entender como todas van encajando una con la otra y entre más avanza, mas sentido hace la imagen del mismo, y cada vez que avanza, mas se emociona ante el hecho de terminar pronto, solo que de repente se da cuenta usted de que le falta una pieza y no solo no puede terminar de armar el rompecabezas sin esa pieza, sino es una pieza central y de las mas importantes de todo el rompecabezas.
Cuando busca, se percata usted que la pieza que le falta y que es esencial para armar su rompecabezas está en otro rompecabezas que armó previamente, y no solo eso, no tiene la forma para encajar en ese rompecabezas donde está, al tratar de quitar esa pieza de donde está, ésta se resiste y se aferra a permanecer donde está, pues dice sentirse más cómoda donde se encuentra, pues ahí se siente “en casa”, inaudito, no?
Este será solo un ejemplo, pero es justo de la manera que suceden las cosas entre Dios y los hombres, Dios está armando el rompecabezas de la eternidad, pero el hombre prefiere pertenecer al rompecabezas de la tierra y lo efímero.
La Biblia nos enseña muchas cosas, entre ellas, y por difícil que nos parezca entenderlo, el hecho de que no somos de éste mundo, los extraterrestres somos nosotros, pero por alguna extraña razón nos aferramos a vivir aquí y a actuar como si perteneciéramos aquí, a pesar de que con ello contradecimos todo lo que está escrito en la Biblia.
La Biblia nos dice claramente que hemos venido a esta tierra a conquistarla y posteriormente a entregarla a Dios, pero nos hemos dejado conquistar por el mundo y pedimos a Dios todo el tiempo que nos de cosas y propicie situaciones para que el mundo nos sea más cómodo!, y luego nos asombramos porque no recibimos respuestas de Dios, ridículo, no?
Santiago el Apóstol entendió esto, por tanto escribió “!!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”, en otras palabras, el hecho de rechazar nuestra naturaleza nos hace enemigos de Dios. (Santiago 4:4)
Y esto lo hacemos tan natural y sin darnos cuenta, aun en nuestra oración, cuando decimos “venga a nosotros tu Reino”, o bien al declarar “tuyo es el Reino”, la mayor parte del tiempo lo hacemos como si habláramos de algo ajeno y distante, que parece bueno para nosotros, pero que viene de un lugar al que no pertenecemos, pero no es así, por el contrario, al entender que aquello que pedimos a Dios que traiga a la tierra es de nuestra misma naturaleza y que nosotros somos parte de ese Reino que declaramos suyo, nos entendemos como parte de su propiedad, su propósito y su voluntad, por tanto al cerrar con “broche de oro” nuestra oración al decir “tuyo es el Reino”, no estamos haciendo otra cosa que rendir nuestra voluntad a Él y entender que estamos dispuestos a ser parte de su plan.
Es por eso que hago tanto hincapié al decir que orar y pedir no es lo mismo, pues al pedir, centramos nuestra conversación con Dios en nosotros y en lo que nos ata al mundo, pero al orar, entendemos que nuestra oración nos acerca al plan perfecto de Dios y que tiene que ver mas con lo que escuchemos de Él que lo que tengamos que decirle, nuestra obediencia es la mejor respuesta.
Por tanto le voy a invitar a que medite al orar conforme al Padre nuestro, realmente se considera usted parte de ese famoso “Reino” del que habla en 2 ocasiones durante su oración, o sigue usted repitiendo vanamente una oración que pareciera a invitar a un Dios ajeno y lejano a hacerse presente para cumplir sus caprichos?
Al momento de pertenecer al Reino adquirimos sus privilegios que son mas que las responsabilidades, solo que puede usted salirse al momento de perder de vista a quien pertenece y como es que funcionan las cosas en ese Reino.
Por favor no sea esa pieza del rompecabezas que prefiere ser parte de otro rompecabezas en el que no encaja, recuerde que Dios nos dio un libre albedrío, en una de esa Dios lo deja en ese rompecabezas en el que usted prefiere estar y se pierde de todas las cosas buenas que Él preparó con antelación para quienes pertenecemos al rompecabezas de la eternidad.