Es asombroso lo que una persona es capaz de inventar en un momento de desesperación, o bien de tener que justificar su fe, durante siglos los hombres han tratado y tratado de mostrarse espirituales ante las demás personas, como si con eso ganaran algo, y lo mas impresionante, es que tratan de hacer consigo mismas, es decir pasan largo tiempo convenciéndose de que son “buenas” y de que se les nota hacia afuera, de hecho muchas de ellas tienen una gran necesidad de hablar sobre ello todo el tiempo.
Lo mas interesante del asunto, es que la espiritualidad y la cercanía con Dios es algo personal, es algo en extremo íntimo, es algo que no se puede fingir y que se nota su autenticidad, pero por alguna razón nos es muy difícil asimilarlo y por alguna razón nos gusta hacer las cosas, como si dependiéramos de un Dios que le gusta exhibirnos y mostrar cuando no estamos en nuestros mejores momentos, cuando no es de esa manera.
Estoy convencido que una de las cosas que más trabajo nos cuesta es el entender que aunque nacemos en esta tierra, somos seres espirituales, es decir tenemos la naturaleza de Dios, y que sólo tenemos que aspirar a ella y comportarnos como tales, como extranjeros y con esa consciencia, para poder entender las cosas del lugar de donde venimos y actuar en consecuencia.
Para entenderlo mejor, se lo explico, en el lugar del cual venimos, los milagros son una cosa cotidiana, todas esas maravillas de las que habla el Apóstol Pablo en el capítulo 12 de la primer carta a los Corintios es algo que opera todo el tiempo, pues para eso hemos sido creados, no para recibir milagros, sino para ser autores de milagros (recuerda aquello de es mas bienaventurado el dar que el recibir?), por tanto en el momento que consideremos la responsabilidad de ser bendición para otros de manera consciente, empezaremos a operar de acuerdo a nuestra naturaleza.
Lo nota?, hay quienes persiguen un milagro o el favor de Dios toda su vida y son capaces de hacer lo que sea con tal de recibirlo, por ello hacen mandas, sacrificios, dan ofrendas y que se yo que otras cosas, todo por recibir algo que en realidad debemos dar y hacer por otros (entendiendo que obvio al ser de una manera, nos juntaremos por otros similares que lo harán por nosotros), siendo que no han entendido que el verdadero sacrificio ya fue hecho y que debemos de sentirnos beneficiados por el y como eje fundamental para vivir.
Jesús vino a poner un nuevo estándar entre los hombres, ya que estos habían recibir la ley con un propósito, el cual se había distorsionado y se había perdido, ya que los hombres estaban mas afanados con cumplir un requisito que con agradar a Dios, habían pasado miles de años y las personas seguían haciendo rituales sin darse cuenta que no eran agradables a Dios al grado que había dejado de hablarles por mas de 400 años.
Por tanto Jesús vino a enseñarnos como son las cosas en realidad, regresó a los hombres a leer la palabra de Dios por amor y no por requisito y se mostró a sí mismo en ella desde la fundación del mundo, nos enseñó cual es el verdadero sacrificio.
Note que importante es esto, Jesús vino y cumplió la ley y nos dio libertad para prepararnos para cuando Él venga de nuevo, pero nos dijo que si algún precio había, este estaría en nuestra carne, pero en lo literal.
El autor del libro de Hebreos entendió esto, entendió que cuando recuperamos nuestro espíritu, nuestro cuerpo se convierte en una cárcel y que todo lo que podemos hacer es asegurarnos que sea nuestro espíritu tenga dominio sobre nuestro cuerpo y sobre nuestra alma para que podamos sobrevivir sin nuestro cuerpo físico y vivir de acuerdo a nuestra naturaleza.
Note como incluso el autor hace entender que el verdadero sacrificio de un hombre es el portar un cuerpo de carne que le ata a la tierra y que no le permite actuar conforme a como su espíritu le indica.
Que fascinante, no?, que el mismo Dios que nos creó, nos de la manera de vivir en esta tierra para cumplir un propósito y dejar de depender del favor sobrenatural externo, entendiendo que eso sobrenatural que necesitamos o buscamos, está dentro de nosotros mismos, tal como Él lo prometió a todo aquel que decida hacer “esa” oración y declarar su dependencia de Él.