Ayer me pasó algo que realmente me dejó perplejo y meditando a lo largo de todo el día, iba yo manejando y me tocó hacer alto en uno de esos cruceros en donde hay decenas de muchachos que le quieren limpiar a uno el parabrisas del coche, y le soy honesto, el puro hecho de detenerme ahí me hace sentir incómodo y de malas, pues sucede la típica escena de que desde lejos los muchachos rocían agua con jabón al parabrisas para forzarlo a uno a que les de una propina.
Malamente he desarrollado una técnica para evitar esto en donde dejo mucho espacio entre mi coche y el coche que va delante mío, de manera que pueda avanzar cuando vienen estos jóvenes y pueda evitar el que me limpien el parabrisas que por lo general viene limpio.
Esta situación se ha vuelto tan incómoda que ya mi actitud en automático es mala ante estos jóvenes y tengo que reconocer que no debería de ser así y ayer uno de ellos me lo hizo ver de una manera muy interesante.
Como siempre apliqué mi técnica de guardar espacio entre el coche de delante y el mío y cuando pensé que ya me había librado de ellos, uno aparece junto a mi ventanilla pidiéndome que bajara la misma para poder hablar conmigo, al hacerlo me dijo “me podría usted conceder el honor de limpiarle el vidrio?, quisiera saber que se siente limpiar el vidrio de un carrazo como el suyo”, obvio ha limpiado cientos, si no es que miles de parabrisas de coches como el mío, pero la amabilidad y la chispa con la que lo dijo me hizo sonreír y me hizo acceder, una vez que empezó a limpiar el parabrisas, empezó a hacer exclamaciones de placer muy simpáticas y hacía énfasis en el hecho de que estaba disfrutando el dejar rechinando de limpio mi parabrisas, todo esto hizo que mi experiencia pasara de ser una experiencia frustrante y donde normalmente me siento obligado a algo a una experiencia simpática y digna de contar, la propina que le di a ese joven fue una de las propinas que mas gusto me ha dado dar y creo que fui generoso como no suelo ser con este tipo de personas.
Es asombroso como un cambio de actitud puede hacer la diferencia, un joven que pudiera estar recibiendo cientos de rechazos al día se estaban convirtiendo en alguien que lejos de recibir propinas está regalando sonrisas y dando historias que contar a las personas, es algo digno de imitarse.
Cuando me di cuenta de esto, recordé que justamente así sucede en nuestra relación con Dios, las personas van recurrentemente delante de la presencia de Dios y siempre van a pedir, van a ver que provecho sacan de su visita, y encima de todo le llaman “oración”, así como muchos de esto muchachos de la calle, le llaman a el limpiar parabrisas “trabajo”, siendo que habemos quienes pensamos que si ellos se esforzaran, conseguirían empleos formales y se integrarían en la sociedad de una manera “normal” y productiva, justo como sucedería si leyéramos nuestras Biblias y tuviéramos un tema de conversación para con Dios que no fuéramos nosotros mismos, no lo cree?
Pero mi intención no es hablar acerca de si los jóvenes de la calle deberían de trabajar o acerca de la oración que es un tema muy recurrente en mis escritos, mi intención es el hablarle acerca de la actitud que tomamos, tanto ante la vida, como ante Dios, a veces llegamos y le tratamos como si fuera nuestro toma pedidos, como si tuviera que respondernos, y fuera su obligación el responder nuestras plegarias, y sabe a veces así lo hacemos con las demás personas, solemos ir delante de ellas solicitando respuestas inmediatas y soluciones a nuestros problemas de manera inmediata y no nos damos cuenta que no hay diferencia alguna entre nuestra oración, nuestra actitud ante los demás y del atropello que muchos jóvenes de los cruceros hacen al obligarnos a aceptar que nos limpien el parabrisas y darles una propina, no lo cree?
Pero piénselo de esta manera, hemos sido creados para servir a otros y a Dios, pero pocas veces lo hacemos, aún las cosas que parecieran buenas las exigimos y las tomamos como si fueran un hecho o la obligación de alguien más, pero no pensamos en servirles y cumplir con nuestro propósito, siempre pensamos en nosotros y no en los demás…
Me fascina el hecho de que Jesús nos haya puesto el ejemplo, Él siendo el Hijo de Dios lavó los pies a sus discípulos y lejos de buscar honra, siempre buscó hacer algo por los demás y siempre buscó hablarles de manera amorosa, sin importar quienes fueran y a que se dedicaran, Él simplemente cumplió su propósito y conquistó al mundo y no lo hizo por medio del servicio, sino por medio de su actitud, al ser manso hizo que otros le permitieran acercarse a ellos y servirles, y de esa manera conquistó sus corazones y su estrategia sigue teniendo efecto el día de hoy.
No tengo idea de cual era la verdadera intención del muchacho del crucero del día de ayer, pero sea la que sea, logró su objetivo, no solo disfruté mi tiempo ante el rojo del semáforo, sino que hasta he considerado regresar pronto por ahí, de la misma manera que muchos han de haber hecho con Jesús y muchos deberían de hacer con usted y conmigo, no lo cree?