Creo que uno de los pasatiempos mas entretenidos de un niño puede llegar a ser el alcanzar su propia sombra, que sabe que por mucho que lo intente, nunca la podrá alcanzar o atrapar, pero tampoco podrá alejarse de ella.
Con el tiempo nos vamos olvidando de nuestra sombra, sabemos que está ahí pero pocas veces nos damos cuenta de que forma tiene o de que lado está la luz que la provoca, nos acostumbramos a ella y dejamos de ver el efecto que con ella provocamos.
Me fascina que Dios use éste tipo de símbolos en la Biblia para explicarnos las cosas, pues nos hace más fácil el entendimiento de quien es Él y quienes somos nosotros por medio de Él.
Nuestra sombra es como nuestra bendición, difícilmente la podremos atrapar o contener, pero nunca nos podremos alejar de ella, es parte de nosotros y depende de qué lado esté, a que distancia y en qué ángulo esté el que la provoca (Dios) que podremos generar una sombra con cierto efecto.
Es tan interesante pensar que muchos quieren la bendición para sí mismos, cuando no están dispuestos a ser parte de la bendición de otros, es ahí justamente donde las cosas del mundo difieren de las cosas del Reino de los Cielos, ya que en la tierra queremos primero tener para luego dar y en el Reino de los Cielos tenemos que aprender a darnos, para que luego si necesitamos algo nos demos cuenta que tenemos mas de lo que necesitamos a causa de habernos dado a los demás.
Piense en esto, su sombra puede ayudar a otros a ver cuando están frente al sol, lo ha hecho alguna vez?, se ha puesto entre el sol y otra persona para conversar con ella?, yo por mi parte he aprendido a interpretarlo de esta manera, no es que yo me pueda poner entre Dios y las personas, pero si somos honestos, normalmente usted y yo estamos acostumbrados a hablar en términos del “yo”, mientras Dios nos habla en términos del “por ti”, por tanto pareciera que habláramos diferentes idiomas y a veces alguien quien se está poniendo en la brecha de Dios pudiera necesitar un traductor y ese podemos ser nosotros con nuestra sombra.
Recuerda cuando jugaba con su sombra?, cuando hacía figuras en la pared con ellas?, recuerda lo divertido y lo retador que era?, bueno, así mismo es cuando hacemos con Dios, a veces podemos ilustrar quien es Dios con ejemplos simples y divertidos de manera que otros entiendan y decidan empezar a participar en el juego.
Esto que le comento es solo un pequeño y simple ejemplo del efecto de Dios en nosotros, es decir, tenemos la necesidad de que haya luz de un lado nuestro, para que podamos provocar una sombra, pero una vez que hayamos sido expuestos a la luz, nunca dejaremos de provocar sombra, es decir lo mucho o poco que hayamos permitido a Dios trabajar y hacer en nosotros se notará siempre y lo llevaremos a todas partes, tal como nuestra sombra de manera que será imposible que lo dejemos de reflejar a Él.
Lo interesante es que cuando nos acostumbramos a usar nuestra sombra a favor de otros, nos daremos cuenta que estamos rodeados de otros que a su vez nos benefician con su sombra, es decir el efecto de Dios está en todos lados y ha veces queremos todo para nosotros y no nos damos cuenta que hay otros que también tienen necesidad de hacer por otros lo que Dios les enseño e instruyó para hacer, de manera que seremos beneficiados por la sombra de otros constantemente.
Me tiene fascinado la cita de hoy, tengo semanas hablando de ella, me encanta el hecho de que Pedro el Apóstol pudo ver mas allá de su propia necesidad y decidió salir a las calles a caminar y que los diferentes ángulos en los que se paraba provocaran diferentes sombras que beneficiaban a otros y que por medio de ello, dejó de lado su necesidad, ya que sabía y tenía la certeza de que su provisión estaba asegurada al cumplir con su papel, de modo que la gente empezó a reconocer la bendición que había en él, que sacaban a sus enfermos a la calle, para que la sombra de Pedro (literalmente) les sanara.
No es esto maravilloso?, no había siquiera necesidad de que Pedro interviniera, ni siquiera de que orara, el puro efecto de su sombra los sanaba, en otras palabras, el puro efecto de la intimidad de Dios y Pedro daba vida y salud a toda aquella persona que se encontraba al paso de Pedro.
A veces no nos damos cuenta, pero nuestra pura sonrisa puede cambiar el día de alguien sin que lo notemos, pero es cuando dejemos de perseguir nuestra bendición como si siguiéramos a nuestra sombra y nos propongamos el usar todo lo que Dios ha hecho en nosotros para beneficiar a otros que podremos tener una vida plena, tal como Dios pretende que la tengamos y que dejemos de sufrir y batallar por cosas pequeñas y simples que nos son por promesa.