La gran mayoría de las personas creen que vivimos una vida natural con una alternativa espiritual, cuando en realidad es exactamente al revés, vivimos una vida espiritual con una alternativa natural, en otras palabras, somos seres espirituales creados por Dios y enviados a vivir a este mundo con un propósito específico (expresado en la Biblia) y depende de cuanto y que tan claro nos quede esto, que viviremos una vida de acuerdo a lo que Dios planeó y con los beneficios del Dios que nos garantiza en su palabra.
Hace unas semanas platicaba con un par de personas que han tenido algunos inconvenientes en su caminar en Cristo y están arrancando de nuevo y me decían una y otra vez “es que nos cuesta mucho trabajo el confiar en la gente de nuevo”, después de escucharlo por largo rato, tuve que interrumpirles y recordarles que el cumplir su propósito no dependía de que confiaran o no en la gente, ni de la intervención de esas personas en su vida, el éxito de lo que se proponen hacer depende de que no dejen de escuchar la voz de Dios, pero si están mas preocupadas por hacer las cosas a su modo, batallarían bastante y les tomaría mucho tiempo el lograr su cometido.
Ayer por la tarde, venía en carretera camino a casa y platicaba con un buen amigo, quien me compartía sus planes a corto plazo y como se sentía un poco frustrado ante no saber cual era la mejor opción a tomar con respecto a un par de ofertas de trabajo y de como se ha convertido algo común el que posterga sus decisiones y siempre termina tomando alguna que no le satisface o que le deja mal sabor de boca, ya que pasa mucho tiempo pensando cual es la mejor de las opciones, tras escucharlo un largo rato, le hice una pequeña observación, Dios estaba en su proceso como el Dios “mágico” y “místico” quien le diría que decisión tomar y a quien podría culpar en caso de que las cosas no salieran bien, pero que en realidad no estaba en su proceso como su Padre, como su amigo y nunca se había puesto a pensar que es lo que Dios opinaba no tanto de lo que hacía, sino de cómo lo hacía, una vez entendiendo esto, todo su panorama cambió y se sintió confiado de tomar una decisión y de ser respaldado por Dios en ello.
Que interesante que en la mayoría de nuestras situaciones incluimos a Dios, pero rara vez le tomas en cuenta, es decir, Dios está ahí para decirnos, para hacer y para obedecernos, pero rara vez tomamos en cuenta sus propósitos, y esto es sencillo de entender cuando nos damos cuenta que no conocemos a Dios y no conocemos su palabra, en donde podremos identificar su voluntad y su plan para nuestra vida, de manera constante hacemos de Dios nuestro mandadero y nuestro proveedor, pero rara vez le dejamos intervenir como nuestro Dios y aquel a quien habremos de obedecer.
Cuando digo “y aquel a quien habremos de obedecer” pienso en lo siguiente: a veces nos damos cuenta de que Dios nos habla y nos deja ver que es lo que espera de nosotros, tenemos “ese sentimiento” que nos deja mas que claro que es lo que debemos de hacer y dudamos y nos estresamos, y sabe por qué es eso?, simple, porque para obedecer necesitamos una razón, una explicación o un motivo, somos incapaces de arriesgarnos por fe, pocas veces obedecemos a la primera, porque no quisiéramos que nos doliera, y como desafortunadamente no estamos acostumbrados a escuchar la voz de Dios, pues simplemente descartamos ese sentimiento de certeza y hacemos algo mas apegado a nuestra idea y nuestra voluntad que obedecer aquello que Dios nos pide.
La cita de hoy trata sobre una instrucción que Dios le dio a Abram, y note que no habla de Abraham, sino de Abram, es decir, Dios primero habló al hombre carnal y le dio una instrucción para probar su corazón, su obediencia le daría el cambio de nombre y su identidad espiritual por así decirlo, Abram decidió obedecer aún sin conocer mucho del Dios que le pedía que se mudara, pero lo hizo, sabiendo que le convenía, es decir, si usted y yo fuéramos Abram, le diríamos a Dios “me estás diciendo que me mude para que me des el hijo que tanto anhelo?” y no nos moveríamos si no recibimos respuesta, está usted de acuerdo?, pero Abram sabía que no importaba cual fuera el plan de Dios, tenía que ser bueno y tenía que tener un propósito, por tanto, lo mejor que podía hacer era obedecer y así hizo.
La mejor manera de empezar una relación con Dios es así como hizo Abram, obedeciendo sin cuestionar los motivos, tanto usted como yo sabemos que lo primero que tenemos que hacer es el leer la Biblia y muchos deciden no hacerlo, porque opinan que es un libro manipulado por los hombres, cuando escucho esto, sólo puedo pensar en lo pequeño de su fe, al no poder siquiera creer que Dios tiene tanto poder como para mantener integra e intacta su palabra, ah pero eso si, tiene el poder suficiente para resolver sus problemas y sus conflictos.
Piense en esto, su trabajo en esta vida no es ser “bueno”, su trabajo es escuchar la voz de Dios, deje de hacer aquello que hace para que otros vean que es lo que Dios hace o no hace en usted y dedíquese a perseverar hasta escuchar la voz de Dios y que esto le lleve a que ese mismo Dios le cambie el nombre de acuerdo a su identidad espiritual como lo hizo Abraham.