Es un hecho que uno de mis pasatiempos favoritos es el observar y escuchar a las personas, y tratar de entender lo que pasa en sus cabezas, ya que puede ser fascinante el ver como lo que sale de su boca y lo que en muchas ocasiones dicen es su filosofía de vida es completamente contrario a sus actos.

Las relaciones en pareja son uno de esos temas que tienen esta característica, normalmente hablamos cosas que son opuestas a lo que realmente queremos, no se si sea por orgullo o porque lo sea, pero piense en esto, es tan común el que digamos que en temas de pareja “los opuestos se atraen”, y a veces tomamos esto como una regla y pasamos largo tiempo buscando a alguien completamente diferente a nosotros para empezar una relación y para pasar el resto de nuestra vida con esa persona, cuando realmente el resto de nuestra vida es completamente distinto, ya que nos juntamos y tenemos relaciones de amistad con personas que nos son afines.

Es por eso que existen los clubes sociales, los clubes de intereses e incluso las religiones, las personas se reúnen de acuerdo a sus intereses en común en vez de buscar a sus opuestos, pero luego pretenden vivir bajo una filosofía de vida diferente porque alguien se los dijo.

Obviamente no tengo autoridad en el tema, ya que no estoy casado, pero por mas que lo pienso, no creo tener la capacidad de casarme con alguien que no tenga la misma pasión por Cristo como la tengo yo y alguien que no tenga la flexibilidad de viajar todo el tiempo conmigo, que caso tendría el casarnos para luego pasar la mitad del tiempo separados?

Es por eso que tendemos a pertenecer a grupos afines y a veces cuando esa afinidad no se da y nuestro anhelo de pertenecer es tan fuerte, que somos capaces de dejar de lado quienes en realidad somos y terminamos seriamente dañados.

Así como tenemos una necesidad que nos es natural de agruparnos y de casarnos, todos tenemos la misma necesidad natural de tener una relación con Dios y de depender de Él, pero muchas veces la religión es un impedimento para esto, ya que quienes pertenecen a las religiones por lo general son afines y pareciera que todos se comportan de la misma manera y en muchas ocasiones hay que comportarse igual que el resto de las personas para pertenecer a esa religión.

Por eso muchas personas le huyen a la religión, porque aún no ponen un pie dentro cuando ya los están queriendo cambiar y los quieren hacer “buenos” y les quieren quitar sus “malos hábitos” y pareciera que todo aquello que les gusta y aquello que disfrutan es malo y desagradable delante de los ojos de Dios y sin realmente estar convencidos empiezan a ceder hasta que son parte de un grupo aunque en realidad nunca vean los beneficios del Dios al que dicen seguir todos y que promete bendecirlos si son “buenos”.

No tiene usted idea de cuantas veces he pasado por esto, cada vez que me mudo de ciudad tengo que buscar una iglesia nueva y tengo que “encajar” en la misma y soy sometido a la observación y a la opinión de los congregantes locales hasta que deciden si soy aceptable o no, y si hubiera algo que no les parece, no falta quien venga y me hable de ello, y haga énfasis en las cosas que “podría”o “debería”de cambiar.

Esto que le cuento, tiene su raíz en el desconocimiento de quien es Dios y de querer hacer las cosas a su manera y no a la de Dios y no es un acto limitado a las iglesias, es algo que aplica a todos los grupos y a todas las formas de relación, pero le invito a que entienda esto:

La Biblia declara que Dios nos creó y puso cosas especiales en nosotros desde antes de la creación del mundo y las confirmó estando en el vientre de nuestra Madre, por tanto los rasgos de nuestra personalidad son definidos por Él, es la parte que nos diferencía de los demás y la parte que Él disfruta de nosotros, no sin tomar en cuenta que es la parte que otros disfrutan mas de nosotros también, ya que si es bueno delante de Dios, en definitiva debe de ser bueno delante de los hombres, esos rasgos de personalidad nos hacen únicos e irrepetibles, y son los que expresan lo que hay en nuestro corazón aún sin palabras.

Esos rasgos de personalidad son lo que nos hace individuales y son los que combinados con el espíritu que Dios nos da al nacer de nuevo que nos hacen la “sal del mundo” y tienen la capacidad de hacer la vida de otros mejor, tal como la sal que comemos, que tiene un sabor propio, pero que al ponerla a la comida, lejos de destacar su propio sabor hace que la intensidad del sabor de la comida aumente y sea mas disfrutable.

Es por eso que tenemos que ir constantemente delante de Dios y ser afirmados por Él, para nunca perder de vista quienes somos y quienes quiere Él que seamos, para que no permitamos que nadie por el hecho de pertenecer a cierto grupo nos pretenda cambiar y quiera quitar de nosotros aquello que nos da sabor y nos hace agradables primeramente ante Dios y luego con las personas.

Sólo tome en cuenta que no es que no deba de cambiar, sino como acabo de decir, es primordial que seamos afirmados por Dios y distingamos entre los rasgos de personalidad que Dios nos dio y los hábitos y mañas que hayamos adoptado en el camino, para que la esencia que tenemos sea la que domine y sea la que combinada con el espíritu que Dios pone en nosotros nos haga agradables, únicos y capaces de encajar en cualquier grupo de acuerdo a la necesidad de nuestro corazón.

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Un comentario

  1. Virginia

    gracias por las palabras y consejos que nos das todos los dias!! Dios siga bendiciendo tu vida grandemente… desde Cordoba, Argentina

    saludos y bendiciones Rene!!
    Vir