Acerca de la Oración
Iglesia Mundo de Fe Cancún
Agosto de 2011
Uno de los problemas de la oración es que por lo general no solemos entender cual es la manera de orar y que es lo que haríamos primeramente si Dios nos escuchara y segundo si Dios nos respondiera, en otras palabras, tiene que ver más con el hecho de que tenemos un problema de fe y un problema de identidad que con el hecho de lo que hagamos al momento de orar.
La Biblia nos dice en Santiago 4:3 «y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites» y este es uno de los principales problemas que tenemos al orar, ya que muchas personas confunden el orar con el pedir, obviamente el pedir es parte del orar, ya que aprovechamos la presencia de Dios y su atención hacia nosotros para abordar nuestras necesidades o las de las personas que amamos.
En los tiempos que Jesús vivió entre nosotros, en Galilea, la educación de los Judíos comenzaba a los 6 años, en este tiempo eran instruidos en la Torah que es lo que nosotros hoy en día conocemos como el Pentateuco y son los primeros 5 libros del Antiguo Testamento, la palabra Torah significa «de la raíz» que en su aplicación se traduce como ‘la enseñanza», «la doctrina» o bien «el camino», a este tiempo se le llamaba «beit Torah», durante este período, los niños tenían que memorizar los 5 libros que conformaban la Torah, es decir, recitaban de memoria todo lo que estaba escrito en la Biblia, he aqui donde se entiende el término que leemos de la Biblia «de tu boca no se aparten estas palabras», los niños eran instruidos de manera que conocieran la ley de tal manera que les fuera prácticamente imposible olvidarla y les fuera de mas fácil aplicación en su vida cotidiana.
Tras terminar esta instrucción llegaba el tiempo de hacer su Mitzvah (12 o 13 años) y después de esto eran instruidos en el oficio de la familia, es decir, se integraban a la vida laboral, pero solamente los muy buenos y los muy destacados en la etapa del «beit Torah» entraban al siguiente nivel de educación, este nivel era llamado «beit Talmud» que es el libro donde se instruye acerca de la tradición Judía y la historia de los hombres de la Biblia, en este tiempo, los jovenes y adolescentes Judíos, tenían que aprender y memorizar lo que nosotros conocemos como el Antiguo Testamento, es decir desde Génesis hasta Malaquías, todo de memoria, además todas las tradiciones y costumbres de los Judíos.
Los Rabinos de aquella epoca tenían cada uno su manera personal del interpretar o entender la Torah, a lo que se le llamaba su Yog personal, es decir y por ponerlo de alguna manera su «doctrina» personal, y era lo que los diferenciaba a uno del otro, era su manera personal de tener intimidad con Dios y la manera que instruían al pueblo, por tanto eran muy celosos de su Yog.
Al terminar su tiempo en el «beit Talmud», los jóvenes se integraban a la vida laboral y aprendían el oficio de su familia, pero solo los muy destacados entraban al siguiente nivel de educación que era el «beit Mishna» y esto consistía en una etapa de discipulado al servicio de un Rabbi o Rabino.
Para esto el proceso de selección no era sencillo, ya que primeramente era un requisito el haber sido destacado en su paso por el «beit Talmud», sino que cada aspirante tenía que ir ante el Rabbi y solicitar ser su discipulo, para ello, el Rabbi pasaba largo tiempo con el jóven, y le hacía todo tipo de cuestionamientos, primera y obviamente acerca de los conocimientos básicos de la ley, su aplicación y su entendimiento, pero una de las cosas que tomaban en cuenta y eran muy importantes era su visión acerca de lo aprendido para ver cuanto empataba con el Yog del Rabbi, ya que al convertirse en su discipulo, tendría que dejar su casa, a su familia y todo lo que le era conocido para vivir y aprender del Rabbi, ya que su aspiración tenía que ser el ser igual que ese Rabbi, por tanto aquel que se convertía en discipulo del Rabbi, había sido filtrado entre muchos y se trataba simplemente del mejor, de lo mejor de lo mejor, y aún habiendo llegado hasta la entrevista con el Rabbi, podría simplemente enviado de regreso a casa, ya que el Rabbi podría opinar que el muchacho no tenía lo que se necesitaba para poder llegar a ser como aquel Rabbi.
Por que le cuento esto?, acaso no es lo mismo que entendemos nosotros de los niveles de espiritualidad y lo que el mundo entiende de un sistema basado en un esquema de competencias?. es sencillo y permítame explicarle.
El capitulo 4 del libro de Mateo a la altura del versículo 18 nos dice:
Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.
Es interesante darnos cuenta que tanto Pedro como Andrés estaban en la práctica del oficio de su familia, en otras palabras, ellos ya habían pasado por el filtro del «beit Torah» y posiblemente del «beit Talmud» y no se encontraban en ese filtro de ser de lo mejor de los mejores y por tanto no habían llenado esos requisitos que les permitieran aspirar a ser como algún Rabbi, pero lo que si conocían era el proceso de como se hacía, por tanto al ver a Jesús que evidentemente tenía la estatura espiritual de un Rabbi (recuerda que a sus 12 años discutía con los escribas y los maestros de la ley de la iglesia?), y no les costó el mas mínimo trabajo el dejar todo lo que eran, todo lo que hacían y a su parentela, ya que entendían que alguien más había visto en ellos la capacidad de llegar a ser iguales que aquél que los llamó a seguirlo.
Todo esto que le cuento, tiene pareciera a primera vista no tener mucho que ver con la oración, pero si que lo tiene, ya que uno de los pricipales obstáculos de nuestra oración es que continuamente pretendemos entrar a la presencia de Dios pensando en que no somos dignos, de que posiblemente no seamos merecedores de aquello que pedimos y no nos damos cuenta de que hemos sido llamados por Dios mismo a que le sigamos, ya que El ha visto en nosotros ese potencial de que le imitemos como decía Pablo el Apostol (1 Coríntios 11:1) y que además podremos hacer todo aquello que Jesús hizo y aún más, ya que el va al Padre por nosotros e intercede (Juan 14:12 de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.)
Por tanto el primer elemento que tenemos que tomar en cuenta para tener una oración efectiva, es el tener muy en claro que no solo es que tengamos el privilegio de entrar directamente a la presencia de Dios, sino que hemos sido escogidos para estar en ese lugar, y que por medio de esa cercanía seremos instruidos para desenvolvernos con diligencia delante del Padre, ya que en si solo desperdiciamos su presencia en presentar nuestras peticiones, nos perderemos de estar ahí para escuchar y aprender como es que debemos de hacer para poder imitar a Jesús, la presencia de Dios es donde un jóven llevaría a la práctica lo aprendido en su «beit Torah» y en su «beit Talmud» y pasaría de ser algo aprendido de memoria a algo aplicado con la sabiduría que viene de lo alto a nuestras vidas y a las vidas de las personas a nuestro alrededor.
Considere que si el mismo Satanás habiendo sido desechado delante por Dios, puede ir a su presencia y hablar con El, cuanto más usted que ha sido escogido y por quien ha sido derramada la sangre en la cruz (Job 1:6 vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás.)
Por tanto le invito a repetir conmigo «tengo un derecho legal de entrar a la presencia de Dios, ya que fui escogido para ello, tengo la capacidad necesaria para imitar a Cristo».
La segunda cosa que le quiero enseñar acerca de la oración es que pasa durante ese momento, para que es que vamos a la presencia de Dios.
Los que saben y los que han estudiado al respecto, dicen que una persona normal, en cisrcunstancias normales, debe de respirar entre 4 y 6 veces por minuto y que deberíamos de respirar con nuestro estómago, pero cuando estamos distraídos, estresados o acelerados respiramos directamente con nuestros pulmones y lo hacemos de 16 a 20 veces por minuto, lo cual hace que nuestro respirar sea corto y rápido y no pausado y profundo, también se dice que de lo que respiramos y de la manera como oxigenamos nuestro cuerpo, deberíamos de obtener el 99% de la energía necesaria para vivir nuestro día a día, pero debido a éste fenómeno que le cuento, solo recibimos el 10 – 15% de la energía que necesitamos, ya que la cantidad y la calidad del aire que respiramos no es la adecuada.
Cuando Moisés pastoreaba en el desierto tras haber huído de Egipto, se encontró con una voz que le ordenó descalzarse ya que se encontraba en un lugar santo y no es que el lugar se hubiese convertido en santo en ese momento, sino que Dios había planeado ese momento desde la eternidad y estaba de constante en la vida de Moisés, solo que ese era el momento de hacerlo consiente de la santidad que habitaba sobre el y la cual le acompañaría a partir de ese momento para ir a hacer todo lo que le ordenara, y le dio instrucciones para ir a liberar al pueblo de Israel,
Éxodo 3:4-5 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
Obviamente y tal como preguntaríamos nosotros al momento de recibir una instrucción de esas dimensiones, Moisés se aseguró de preguntarle a Dios su nombre, para poder ir y decirle al pueblo de parte de quien iba, a lo que Dios le respondió con un nombre que escrito y traducido al lenguaje actual se pareciera a YHVH, el cual es pronunciado por unos como Jehová y por otros como Yahveh, pero en realidad se pronuncia algo parecido a YHVH, primeramente es difícil de pronunciar, pero el pueblo de Dios considera el nombre de Dios algo santo y algo que no se pronuncia, de hecho escuché de quienes en la antiguedad aseguraban que el nombre de Dios era como el sonido que hacemos al respirar y note como para poderlo pronunciar adecuadamente tenemos que tomar aire y decirlo.
Cuando Dios creó al hombre, tomó barro de la tierra y le dio forma y cuando terminó, sopló su aliento en el y le dio vida, y es eso lo que nos diferencía de cualquier otro ser viviente, ya que Dios sopló ese aliento que nos da vida.
Genesis 2:7 Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Tanto en el Hebreo como en el Griego la palabra aliento y la palabra espíritu se conjugan en una sola, para el Hebreo la palabra «Rua» significa tanto aliento como espíritu y en el Griego la palabra «Numa» tiene los mismos significados, por tanto cuando Dios sopló ese aliento a la vida de Adán, no solo sopló su aliento, sino puso su Espíritu en El, ya que había prometido hacerlo a imágen y semejanza de El, por tanto somos formados por esos 3 elementos, cuerpo, alma y espíritu.
Cuando respiramos, obtenemos el oxígeno que necesitamos para vivir, el aire que respiramos entra por medio de la boca y la naríz y llega a los pulmones donde es limpiado y enviado al corazón, el cuál esta dividido a su vez en 2 partes, en donde una de ellas se encarga de bombear la sangre a todo el cuerpo y la otra se encarga de introducir ese oxígeno a la sangre para que pueda todo nuestro organismo funcione adecuadamente.
Por tanto la connotación de que no hay nombre más alto que el nombre de Dios, toma sentido, ya que necesitamos y dependemos de ese nombre (YHVH) para que ese aliento y ese Espíritu irriguen todo nuestro ser y todo funcione adecuadamente, así como nuestro cuerpo físico funciona adecuadamente cuando respiramos adecuadamente.
Ahora bien por ello Moisés fue hecho conciente de que estaba en un lugar santo, ya que Dios le estaba enseñando a pasar de solo respirar instintivamente a respirar su espíritu concientemente, para que toda la energía que necesitara recibir para llevar a cabo la enmienda que le había sido encomendada y no flaqueara a lo largo del proceso, ya que le tomaría 40 años llevarlo a cabo.
No le llama la atención que cada vez que nos enfrentamos a algo o bien tenemos que recurrir a la panciencia, lo primero que hacemos es detenernos y respirar profundo?, es una reacción natural que hace nuestro cuerpo para primeramente tener el oxígeno necesario para poder realizar sus funciones adecuadamente y podamos pasar por cualquier dificultad.
Por tanto, el orar tiene que ver con llenarnos de ese «Rua» o ese «Numa», antes que seamos capaces de decir o pedir algo, tenemos que llenarnos de ese Espíritu para que irrigue en nosotros y todas las cosas en nuestra vida funcionen adecuadamente y después cuando todo está en órden y en completa paz, podamos ahora si tratar nuestros asuntos con Dios cara a cara.
Uno de mis pasajes favoritos en la Biblia, es Mateo 6, el cual habla acerca de la oración, y me encanta como es que el autor nos previene primeramente de hacer exhibiciones públicas de nuestra oración y segundo de como nos alerta sobre las vanas repeticiones, es decir, no por mucho que otros nos vean y no por muchas veces que repitamos algo vamos a lograr captar la atención de Dios, pero si, si vamos a nuestro lugar secreto y antes que nada, respiramos profundo y dejamos fuera todo pensamiento y toda cosa exterior que nos inquiete, podemos entrar confiadamente por el derecho legal que nos dio el que hayamos sido escogidos y nos llenemos primeramente de ese «Numa» que necesitamos, para empezar a orar adecuadamente, es decir, centrando nuestra atención en Dios y no en nuestra necesidad, para que podamos tener una verdadera y auténtica intimidad con Dios.
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