Una de las cosas que las personas tienen muy poco en mente, es que vivimos en un mundo espiritual, es decir, vivimos en un mundo físico, que es a su vez gobernado por un mundo espiritual que no vemos y en ese mundo espiritual es donde Dios habita, pero también nuestro adversario.
Hace unos días me fue recordado algo de gran importancia que le quiero compartir y se trata precisamente acerca de ese mundo espiritual.
La Biblia menciona a nuestro adversario (el Diablo, Satanás o como le quiera usted llamar) es nuestro acusador, es decir, el conoce la palabra de Dios perfectamente y cada vez que incumplimos algo en ella, va delante de la presencia de Dios y nos acusa y luego regresa y nos lo hace saber para generar un sentimiento de culpa en nosotros, la cual es el peor enemigo de nuestra vida de fe.
Cuando menciono esto, es porque la culpa crea una parálisis en nosotros, ya que la Biblia nos enseña que Dios escribió su ley en nuestros corazones, por tanto aunque no hayamos leído la Biblia, sabemos y tenemos una conciencia de lo que es bueno y lo que es malo de acuerdo al entendimiento de Dios (poco a poco conforme pecamos mas y mas, vamos desarrollando un mecanismo para irlo ignorando) por tanto cuando nuestro acusador hace su trabajo, hay una parte de nosotros que queda completamente contrariada y se paraliza pensando en lo que hemos hecho y lo mal que esta, y a su vez ciega el resto de la palabra de Dios que nos promete perdón de pecados.
Otra de las maneras en las que opera nuestro adversario, es escuchando, si, como lo lee, el escucha todas nuestras oraciones y lo que sale de nuestras bocas y nos conoce, por tanto sabe cuando oramos y nos comprometemos a algo que no seremos capaces de cumplir o que lo hacemos solo en un arranque de un momento de necesidad, por tanto en cuanto sabe que será de esa manera, corre a la presencia de Dios y pide permiso para poner mano sobre nuestra vida.
En otras palabras, no es que Dios permita nuestra desventura, por favor no se confunda, nosotros abrimos oportunidades para que nuestro adversario nos tiente, ese es su trabajo, ese es su objetivo, pero tiene una limitante, su vida, esa el no la puede tocar.
La cita de hoy habla acerca de un personaje muy conocido de la Biblia, Job, este hombre era próspero como ninguno y Dios no solo se agradaba de su vida, sino que presumía de el, al grado que el mismo Satanás lo puso en tela de juicio, por tanto pidió permiso a Dios para tentarlo, y este se lo concedió.
Lo importante y lo rescatable de este asunto es que Dios conocía perfectamente el corazón de Job y sabía de antemano que no blasfemaría contra Dios, El sabía perfectamente lo que Job guardaba en su corazón, solo que aún así deseaba que Job tuviera una nueva manera de relacionarse con El, mas allá de sus bienes y sus beneficios, por tanto permitió que Satanás le tentara al grado que no le quedara otra cosa que depender totalmente de la voz de Dios para sobrevivir.
Hay personas que aseguran que Dios les ha castigado, otras que se conforman que Dios “por algo” hace las cosas, otras simplemente sobreviven a sus problemas y el común denominador de estos 3 tipos de personas es que realmente nunca se dan cuenta que su vida y su bienestar estuvo siempre salvaguardado y nunca descubren ese “por algo” de la intención de Dios para con ellos.
Hoy le quiero hacer una invitación muy sencilla, es a que identifique que es lo que hay en su corazón cuando pasa por los problemas, quien tiene su atención en ese momento, el problema o Dios?, si su atención esta en su problema, no se dará cuenta de lo seguro que esta, porque por mucha tentación o mucho agobio que haya en su vida, Dios esta al cuidado de ella y le ha puesto un límite a Satanás para ello, aún cuando usted haya abierto puertas mas grandes, si su atención esta enfocada a Dios, pronto descubrirá lo que Dios quiere hacer en usted y lo desarrollará, cancelando todo efecto y toda autoridad de Satanás en su vida y dando nuevo paso a los beneficios del Reino de los Cielos.