Creo que es rara la persona que no diga que ama a Dios, de hecho es muy común que las personas se señalen a sí mismas como bendecidas, pero algo que destaca da la gran mayoría de las personas, es que casi todas miden esa cercanía con Dios en base a lo que creen recibir de su mano y de la esporádica y aleatoria participación de Dios en los sucesos de su vida.
No es mi intención el criticar ni a las personas que así se expresen y no puedo juzgar la relación de estas personas con Dios, pero es inevitable notar que son precisamente las mismas personas que cuando algo adverso les pasa, suelen pedir a Dios que quite ese suceso o ese problema de sus vidas, y si por alguna razón no sucede como piden, se conforman con un simple y sencillo “Dios sabe porqué hace las cosas” y prefieren sufrir o soportar la situación, antes de esforzarse mas allá e ir a la presencia de Dios a indagar acerca de su situación.
Tras largo meditar en ello me di cuenta de una cosa, las personas por lo general desconocen la intención o el propósito del porqué hay situaciones adversas en nuestra vida, desconocen que es lo que Dios quiere de nosotros y para nosotros, por ello, muchas veces muchas respuestas pueden llegar a nunca ser emitidas por Dios.
En otras palabras, una de las cosas que Dios pretende con cada cosa que haga en nuestra vida, es establecer su Reino y dejar en claro que es El el Dios único y todopoderoso y que todo lo que hace en nuestras vidas, a pesar de que son buenas para nosotros, en realidad tienen el objetivo de establecer su Señorío.
Por tal, cuando estamos en una situación adversa, es necesario que tomemos a Dios en cuenta, pero no como el medio para que la situación se arregle, sino como el objeto de esa situación, de lo contrario, las posibilidades de obtener una respuesta y ser bendecidos, se vienen abajo de manera tremenda.
Por ello no nos podemos rendir y no podemos bajar las manos ante situaciones complejas y difíciles, esto por lo general sucede cuando pretendemos que Dios gire en derredor nuestro y no, nosotros en derredor suyo y cuando nos conformamos con la solución a nuestro problema y no en como eso hace que Dios sea exaltado.
Esto es sencillo de entender, es como en la escuela primaria, recuerdo que a mi no me gustaba declamar, pero mi Madre pasaba largas horas conmigo memorizando lo que había de exponer y asegurar que lo hiciera no solo bien, sino excelente, pues todos sabrían que fue ella la que estudió conmigo y como eso hacia ver bien su papel como Madre, creo que no solo por orgullo de verme declamando, pero recuerdo con gran cariño la cara y la postura de mi Mama como pavo real al verme hacerlo, con Dios no sucede diferente, El permite que pasen cosas en nuestra vida que podemos no entender, pero con ello pretende que le demos oportunidad de lucirse y ser reconocido como el Dios de esa persona (en ese caso nosotros).
Por tanto, le quiero invitar a lo siguiente, piense en cuantas ocasiones ha orado a Dios usándolo como el medio para sus propósitos y no como el fin a destacar, note como en cada ocasión que ha hecho de esa manera sus resultados nunca fueron garantizados y posiblemente no los óptimos, dése la oportunidad de hacerlo diferente, cada vez que enfrente una situación difícil, primero pregunte a Dios el motivo, y deje de pensar que ese motivo tiene que ver con usted, deje de pensar que usted tiene que aprender algo de esto, piense en que Dios quiere lucirse, Dios quiere imponer su huella personal en esta situación y dejar en claro que es el Todopoderoso y que lo esta usando a usted como medio para que otros vean su obra en usted y se rindan a El.